Aquí, a este pequeño rinconcito olvidado por el tiempo he llegado buscando una rama con la que pintar sobre la arena o una laguna a la que tirar piedras mientras no dejo de pensar en ella, en esa chica a la que quiero con toda mi alma y que se ha llevado consigo todas las ilusiones de mi vida. Quizás sea cierto que hay personas que nunca serán amadas, pero no entiendo porqué tanta crueldad, porqué las buenas personas tienen que sufrir tanto, porqué el destino la puso a ella en mi camino. No debí estar allí, no debí acompañarla aquel día a su casa, no debí aceptar esa copa, no debí regalarle aquel dibujo, no debí enamorarme de ella. Porqué apareció aquella chiquilla de ojos grandes en mi vida. ¿Es que estoy siendo castigado por algo? ¿pero qué es eso que he hecho tan horrible para que se me otorgue el tributo de sentir la más dolorosa de las penas del alma?...
Debe ser maravilloso el sentir el amor que siento y recibirlo, miles de veces lo he imaginado y soñado, noches como esta he sentido como ella se sentaba a mi lado dulcemente y me miraba sin decir nada durante horas hasta que amaneciese, solo mirándonos. Qué locura, despierta de esa ceguera, estas ahí recordándola cada día mientras ella vive feliz con aquel chico al que le estrechaste la mano. Ella es feliz y eso me hace sentir bien, siempre quise verla sonreir y ahora se que es feliz, tiene a un buen tipo a su lado que la hará feliz, lo sé, lo conozco, un hombre que la cuidará como su pequeño angelito de porcelana. Pero donde dejo lo que siento por ella, no me lo puedo quitar. Yo quería hacerla feliz y sentir su felicidad a mi lado, compartir toda mi alma con ella y quedarme con un poquito cada día de su ser. Pero no puede ser y nunca podrá ser.
No había amado nunca a pesar de los años, no conocía el amor, había escuchado que era algo maravilloso que es el sentimiento más noble y puro que existe y la primera vez que quiero de verdad a alguien ella no siente nada por mí.
Mi vida se apaga, empiezo a perder los días, empiezo a sentirme viejo. Esta historia nunca debió ocurrir, este corazón nunca debió latir. Una vez cuando fui adolescente solía imaginarme ahora a mi edad una noche de verano sentado a la orilla de la playa Victoria junto a la chica de mis sueños con mi brazo sobre sus hombros acercándola a mi abrigo y escuchando su respiración. Todo hombre quiso imaginar eso en algún momento de su vida. Y ahora, desde que conocí a María, volví a imaginarla allí en la playa junto a mí mirando al mar dejando pasar las horas para esa noche acompañarla una vez más a su casa y con una simple caricía desearle buenas noches. Mañana será otro día.
Pero yo siento que mís días no tienen vida, no le encuentro sentido a nada de lo que hago, no sé como salir de aquí. Ella no está en la playa y no está en mi vida. Ella no estará nunca en mi vida y mi alma no sabe aceptarlo. Seré el resto de mi vida un ser errante y atormentado que vivirá como viven las piedras pero que sentirá como solo el que está enamorado puede sentir.
Quiero ser frío como un tempano de hielo, ser desmemoriado y olvidarme de lo que sentí ayer, de lo que viví ayer. He volcado mi vida en mis amigos, en mi familia, pero no me ha servido de nada, ella sigue siendo la niña de mis ojos, ella sigue en mí.
Para qué imprimir un periódico cada día si no puedo contarle al mundo lo mucho que te quiero sin sentir la tristeza que has dejado en mi corazón.
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