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El que un hombre te vea con deseo, llega a levantar un poco el animo de cualquiera, te hace sentir que todavía eres atractiva.
El matrimonio llega a caer en la monotonía haciendo que el cortejo se extinga. Los problemas hace que eso llegue a pensar que coquetear con otros se sienta bien. El que llevaba tiempo con el juego de seducción era el esposo de tu cuñada. Decidiste entrar a su juego, fue divertido y te encanto. Llegaste a otro nivel al aceptarlo en cuerpo y alma. Tu parte racional te dice que eso está mal, tu instinto te marca que debes disfrutarlo al máximo.
Ambos están en la balanza. Ahora debes agregar lo que no se ve. El estar con un hombre que ya fue infiel, puede repetirlo. No puedes enojarte si llega el día en que ya no eres capaz de encender el fuego como cuando comenzaron, si la rutina llega a su vida te será infiel. Así lo conociste y no tienes derecho de reclamarle nada. Igual puedes hacerlo tú. Ya fuiste infiel y por encontrar la sensación del deseo caerás nuevamente en la tentación. Haz demostrado que tu voluntad es débil.
¿Las consecuencias? Ya las conoces y es ser señalada por la familia.
No importa si decides dejar a tu marido para estar con el amante (a veces vivir con la cereza que culmina el pastel no suele durar mucho tiempo). Ya fuiste infiel y debes afrontar las consecuencias.
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