Hola... Supongo que todo el mundo viene aquí con una historia muy íntima y muy personal, única. En mi caso, me apetecía compartir mi pequeña historia, esa espinita que tengo clavada, sacarla por una vez y oír lo que alguien pueda opinar al respecto.
Tengo 18 años. En mi vida los chicos siempre me rechazaban (nunca había salido con ninguno) y tenía problemas con los amigos. Además, hasta hace unos dos años yo estaba más bien rellenita, y tenía muchísimos complejos y muy poca autoestima. Así que, tras muchos vaivenes emocionales, a principio de este año me encontré con una "yo" que padecía depresión, anorexia nerviosa y que no sabía valorarse a sí misma en lo mas mínimo.
Sin embargo, una antigua amiga se empeñó en sacarme de casa este verano para animarme. Y, en una de esas salidas, fue cuando todo en mi vida cambió radicalmente. Una noche, mi amiga me presentó a varias personas de su pandilla, entre ellas un chico que me llamó muchísimo la atención. Empezamos a hablar, y antes de darnos cuenta era como si nos conociéramos de toda la vida; él me parecía guapísimo y muy simpático, además de inteligente. El caso es que intercambiamos números y empezamos a mandarnos mensajes.
Había dos problemas en todo esto; uno, él tenía una novia desde hacía casi dos años (con la que estaba teniendo muchos altibajos porque: ) dos, él se iba a estudiar a Madrid este año. Yo, además, me iba a otra ciudad también en septiembre a hacer mi carrera.
Sin embargo, al final empezamos a quedar solos, a llamarnos durante mucho rato, a hablar a todas horas... y poco después de conocerme, me dijo que había cortado con su novia, porque realmente ya no la quería y llevaban mucho tiempo muy mal. Así que unos días después, en una noche de borrachera, acabamos enrollándonos. A partir de ahí, decidimos que nos gustábamos y que queríamos empezar algo. Yo tenía mucha ilusión, pero él estaba un poco asustado de hacerme daño porque sabía que era el primer chico con el que estaba, y todo, TODO era nuevo para mí; decía que quería que tuviera un recuerdo bonito de todo y por eso no quería ir demasiado rápido ni comprometerse demasiado pronto sin estar seguro. Aun así, era todo precioso; todo el día juntos, hablando, yo conocía a sus padres y nos llevábamos genial... Esto pasó a los quince días de conocernos, no más. Y yo por algún motivo me enamoré de él casi, casi a simple vista. Además, los dos teníamos los mismos amigos, porque yo ya era uno más de su pandilla.
No puedo explicar lo feliz que era con palabras: Estar con él fue el impulso que necesitaba para acabar de salir de la depresión y de algo tan gordo como un trastorno alimenticio. Además, cuando compartí eso con él, en vez de asustarse, me agradeció mucho la confianza de habérselo dicho y me dijo que sólo quería verme sonreír. Por todo esto, estar con él para mí tenía una implicación emocional muy grande, enorme. No hubiera cambiado ni un sólo segundo con él.
Pero sabía que tarde o temprano llegaría un momento en el que tendríamos que sentarnos a hablar sobre qué hacer en el futuro; podíamos intentar mantener una relación a distancia, o poner un punto y final antes de mudarnos cada uno a un sitio. Yo le dije que entendería su decisión, fuera cual fuera (y aunque me doliera en el alma), porque además sabía que él no estaba preparado para meterse tan pronto otra vez en algo serio. Sin embargo, antes de separarnos, me regaló un anillo suyo y me aseguró que lo quería intentar, que mientras estuviéramos bien deberíamos seguir viéndonos, aunque no supiéramos muy bien qué éramos ni si estábamos "juntos", y que me iba a echar muchísimo de menos.
Y ahí fue cuando se empezó a torcer todo; me mandaba pocos mensajes y con respuestas vagas, contándome muy pocas cosas de su nueva vida fuera; no buscaba tiempo para llamarme, y cuando volvimos juntos a nuestra ciudad natal un fin de semana, todo fue un poco raro; incluso me pareció que se intentó aprovechar de mí. Cuando nos volvimos a separar para volver cada uno a su ciudad, tuve una impresión muy amarga que sólo empeoraba; cada vez menos respuestas y más herméticas, hasta el punto de que ignoraba deliberadamente mis mensajes. Sin embargo, sí tenía tiempo para actualizar sus redes sociales. Cuando yo le confesé mi malestar al respecto, él le quitó importancia diciendo que "tampoco era para tanto".
Tras casi una semana en ese plan, me encontré con la última sorpresa: Había subido como foto de perfil una foto con una chica rubia guapísima que yo no conocía de nada. Para colmo, al confesárselo a mi mejor amiga, ésta me dijo que además, el día que me enrollé con él por primera vez, también ella se había enrollado con él luego. Eso me desestabilizó tanto, tantísimo, que acabé mandándole un mensaje muy terminante y muy dolido. Su respuesta fue que era decisión mía y que de todas formas, él y yo no éramos nada. Y aún fue peor ver que él no intentaba hacer nada por evitarlo, por recuperarme. Nada.
Me dio tal bajón por todo ello que casi volví a caer en el mismo pozo de antes, y no lo hice de milagro. Ahora, varios meses después de esto, aún pienso en él a diario, y lo peor es que como estamos de vacaciones y tenemos la misma pandilla, lo veo noche sí, noche también, aunque no nos hablemos apenas. Sé que él está ahora con otra chica de Madrid, pero no puedo evitar que me duela... Y encima he cometido el error de empezar algo con otro de los chicos de la pandilla, que además es amigo de ambos, y no estoy muy segura, primero porque sería otra relación a distancia, y segundo porque no he conseguido olvidar al otro ni remotamente. Sé perfectamente que aunque me gusta, no estoy enamorada de él, porque la realidad es que sigo enamorada del anterior. Pero no quiero hacerle daño al nuevo chico, que es muy buena persona... Por desgracia, lo único que puedo pensar es que ojalá, ojalá fuera el otro. Que ojalá todo pudiera volver a ser como antes y que no me hubiera hecho todo el daño que me hizo, sin mostrar ninguna consideración por mis sentimientos ni por todo lo que yo había pasado antes de conocerle.
No tengo nada claro que hacer con esta situación, sólo sé que va a salir herida una persona por mi culpa y que yo sigo sufriendo por alguien que nunca me quiso de verdad, y que no va a empezar a hacerlo ahora.