El Whatsapp es una herramienta de comunicación, lo mismo que hasta hace unos años eran las cartas pero más rápido.
Quemar en la hoguera a esta aplicación es igual de injusto que si lo hiciéramos con los carteros si nos trajeran cartas que no fueran de nuestro agrado.
No hay que matar al mensajero como hacían antaño los reyes y los nobles cuando el pobre mensajero llevaba malas noticias, la culpa sólo la tienen los que hacen mal uso.
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