Loado sea el mayor y más provechoso invento de la humanidad entera, loado sea.
Abro este post para mostrar mi más encendido agradecimiento a esa goma sin par que debe acompañarnos en las más peligrosas expediciones de exploración de geografías por descubrir y más aún, con tu novia incluso, si ella no toma la pirindola anticonceptiva.
Debo contar como hombre asexuado y virgen que soy, que para mí el condón es un misterio, pero, por suerte para mi infinita curiosidad y sed de conocimiento, he aquí que hace unos días me compré una caja de 12 para examinar su contenido. Y no hallo en mí palabras apropiadas para describir lo que dentro del envase encontré, pues sin duda considero que fue un tesoro lo que se hallaba ahí adentro.
Sí, una fiesta de texturas y olores que acompañan a los afortunados que tienen ocasión de utilizarlos, pues, como de todos es sabido, el primer condón que nos regalan acaba adornando una fiesta de cumpleaños o lanzado a algún amiguete llenito de agua.
Tengo 12 globitos del amor que dicen que se llaman y no sé qué haré con ellos, así que creo que lo mejor será sacarlos a subasta pública a cambio de un módico precio.