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Hola a todos. Hace 10 años enviudé de la persona con la que había vivido prácticamente toda mi juventud. Nos casamos sabiendo que padecía una enfermedad terminal, a pesar que desde siempre él había tenido aversión a firmar papeles (en mi caso yo me quería casar desde que se legalizó el matrimonio igualitario en España) para que los trámites de herencias y papeleos fueran más sencillos, a pesar de que la relación por aquel entonces ya no era igual que antes.
Duró algo menos de un mes desde aquello, y me dejó un vacío enorme, pero sobre todo la sensación de que a los 31 ya había vivido todo lo que tenía que vivir, y si lo juntamos con el hecho de que siempre he tenido tendencia a la melancolía... digamos que tiré mucho tiempo a la basura autocompadeciéndome.
Luego tuve un cambio de mentalidad e intenté desfasar como no había hecho a los 20, lo que se tradujo en más pérdida de tiempo. Pasé por un par de relaciones cortas y abusivas hasta conocer a esta persona con quien llevo ya casi tres años de relación y más de dos de convivencia.
Intento no hacer comparaciones, porque son dos personas muy distintas con personalidades que no tienen nada que ver (y casi mejor, porque cuando me casé aquello se hubiera ido a pique en dos o tres años más de no ser por el cáncer) y porque no es justo, claro, pero eso no significa que me olvide de mi marido.
Vivimos muchas cosas juntos, fue un gran apoyo en cuestiones importantes y nos quisimos muchísimo. O al menos le quise yo. El año pasado, con el coronavirus no fuimos al cementerio por miedo a las aglomeraciones, y el anterior la relación no era tan formal como ahora, así que es la primera vez que me planteo esta cuestión de si llevarlo o no conmigo.
No quiero que sienta que le oculto algo, o que le excluyo de partes de mi vida, pero no sé hasta qué punto puede crearle dudas o hacerle daño.
Y ese es el dilema, más o menos.
Muchas gracias a todos.
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