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Que sí. Que la vida es una mierda. Que son todas unas busconcejas y todos unos chuloputillas. Que a la menor que te descuides te la meterán doblada y sin vaselina. Que eso del amor es un camelo de los gordos. Que si la cagas te mereces la muerte. Que quien te la clava una, te la clavará un ciento. Que somos todos más feos que el Fary (R.I.P.) comiendo limones y más sosos que un sándwich de pepino. Que sólo las queremos para el sexo y sólo nos quieren por la pasta. Que, en fin, es todo un marronazo cojonudo y estamos aquí pa’ tragar lo que nos echen… Ea, que está la cosa muy chunga rechunga, vaaaale… ¿Pero hace falta recordarlo siempre?
La mayor parte de la gente que viene por aquí lo hace porque busca algún tipo de consejo o porque quiere consuelo o apoyo. Esperan que alguien les diga simplemente “ánimo”, “adelante”, “venga, que todo se supera”… ¡Y no! En lugar de eso, salen escaldados y “jartitos” de leer “no te quiere”, “te utilizó”, “olvídate de ella porque ahora mismo se lo monta con 16”, “tronco, entra de lado por las puertas, no vaya a ser que…”, “eres un joputa y ella una joputa y lo vuestro era una joputada”...
¿Tan complejo es intentar ser un poco positivos? Amos, es que en ocasiones parece que para mantenerse por aquí primero hay que superar una dura prueba de “comedura de moral salvaje”.
¿Pues sabéis una cosa? A mí me gusta pensar que ABSOLUTAMENTE TODO ES POSIBLE. Y no cambio de idea: pa’ chungo, yo.
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