Si se creen con el derecho de invadir su privacidad mirando su móvil, imagínate hasta donde pueden llegar el acoso.
Lo que hacía el rey emérito se queda en nada, comparado con llegan a hacer estos impresentables.
No son errores, son bandejas rojas y sobretodo, delitos que la persona realizan en plena posesión de sus facultades. A veces, con el fin de manipular y abusar de sus víctimas.
El cuento de que no todos somos perfectos para justificar los “errores”, no cuela, todos somos iguales ante la ley.
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