Las palabras claves encadenadas son una de las más importantes amenazas contra la libertad de expresión, del secreto de comunicación del internauta en la actualidad. Los bots rastreadores (robots de búsqueda sofisticados y ampliamente utilizados por los servicios de inteligencia, entre otros estamentos de los países desarrollados) rastrean la red sin descanso, 24 horas, 365 días al año. ¿Que están buscando? Nada de forma aleatoria, sino secuencias de palabras que son consideradas indicios de alguna actividad que implica posibles amenazas, sean terroristas, lo cual, sería relativamente comprensible, pero también correos, chats, comunicados o msg donde se habla de temas delicados que afectan a personalidades políticas, económicas, militares, etc. (incluido los ciudadanos de a pie ) y que, puedan afectar tanto a sus actividades públicas como privadas.
Por ejemplo, una cadena lógica dentro de un texto donde figure la palabra “presidente”, “corrupción”, “pago o pagos”, “comisiones”, “secretos”, o “fulano de tal”, “amante”, “escándalo”, dinero negro” “Suiza”, “paraiso fiscal”, "insumisión", etc... es automáticamente escaneado y leído sin que el emisor o el receptor sea conscientes de que su correo o comunicación ha sido violado, incluso guardado como archivo con los datos de su emisor (IP, etc.). De ahí que las principales compañías, medios de comunicación, organismos de todo el ámbito mundial, etc. encriptan sus mensajes con sofisticados programas de ocultación. De la misma forma, los bots buscadores tienen en muchos casos incorporado los códigos de encripación de esos mismos programas que supuestamente protegen la información (en EEUU es obligatorio proporcionarle al gobierno estas claves, supuestamente por motivos de seguridad nacional...) y por tanto, la seguridad “relativa” de cualquier comunicación se complementa con nombres o situaciones que solo el que envía el mensaje y el que lo recibe conocen su significado real.
Desgraciadamente, los consumidores, los ciudadanos de a pie, las empresas pequeñas, los grupos de protesta ciudadana, asociaciones, ONG, etc. no acostumbran a disponer de semejantes sofisticaciones y las aplicaciones que de forma habitual están al alcance de estos grupos o ciudadanos, son programas de encripación obsoletos y enormemente vulnerables por los "fisgones".
Por tanto, cuidado con lo que se escribe y se transmite, no hace falta ser un
terrorista, querer poner una
bomba o ser un
traficante que hace
envío de
cocaína para que alguien posiblemente, desde algún lugar secreto chequee este mensaje, el cual, será probablemente leído por alguien, porque de forma deliberada, he encadenado palabras que hacen saltar algunas alarmas...