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Quiero traer una reflexión que he hecho hace poco sobre una historia de amor que conocía de hace tiempo pero nunca la había visto de esta manera.
El caso es que un gran amigo mío desde la adolescencia, que casi no veo desde que se casó, estuvo desde casi niño enamorado de una vecina. Ella también parecía corresponderle.
Esto me lo contó una vez que salimos a comer algo, en nuestra juventud. La cuestión es que ninguno de los dos, por eso de la timidez, había dado el paso, y de hecho él ya casi la había descartado como imposible, o incluso absurdo.
Sin embargo un día que habíamos quedado para ir al cine, se encontró con ella en el autobús, momento que ella aprovechó para entablar conversación con él y además invitarlo al cine. Cuando lo vi en el cine, parecía haber visto un fantasma, no se lo esperaba en absoluto, estaba en shock.
Bien, el caso es que con altibajos, y sobre todo con la tenacidad de ella, porque consiguió que continuaran la relación cuando casi se rompe por una discusión, pues el resultado ha sido que es chica es la esposa de mi amigo, con la que ha tenido dos h¡jos y sigue casado.
Siempre pensé que mi amigo ha tenido suerte en el amor. Era tímido, pero no tuvo que hacer nada para conseguir novia y esposa.
Pero en realidad, claro, esta historia tiene otro lado, y es el de valentía, el coraje, la fe y la constancia de su actual mujer. A él la vida le ha venido regalada, pero precisamente porque ella ha tenido que lucharla. Todo lo que él no fue capaz de hacer, o le parecía imposible, todo lo que no quiso luchar ni arriesgarse, todo eso lo tuvo que hacer ella.
Esta historia de amor es la historia de la suerte de un cobarde y es también la historia del empeño de una valiente.
Como en tantas cosas, para que los cobardes y los holgazanes tengan lo que sueñan, deben existir valientes y esforzados que se las consigan.
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