La rosa inalcanzable.

BenjaPoeta

Un caballero absorto por la belleza de una rosa que se encontraba en la cima de una pequeña montaña, decide ir a cortarla, pero al llegar al pie de está se percata que para poder llegar a ellas necesita pasar a través de un espinal.

—¿Vale la pena cruzar a través de estas espinas para llegar a esa rosa? No lo se. Pero no tiene importancia ya que traigo puesta mí armadura impenetrable.

Entonces comienza a cruzar las espinas, poco a poco su armadura fue siendo rasgada, cuando iba muy adentro sintió como estas penetraban su piel.

—¿Cómo puede ser esto posible?

Él miro lo que había recorrido, y, se dio cuenta de que si continuaba podría morir en el intento, entonces temiendo lo inevitable se regreso y mientras caminaba escuchó.

-¿Qué valgo para ti?

Se detuvo un instante y continuo caminando. Cuando estaba afuera.

—Vales más que mí propia vida.
—Entonces, ¿por qué no vienes hasta mí?
—Porque mí corazón tiene un precio muy bajo.
—No importa, ven deja que te acaricie con mis pétalos.
—Es muy tentadora tu oferta, pero debo rechazarla.
—¿Por qué caballero mío?
—Pues primero tengo que morir, y si muero, ni siquiera mí suspiro sentirás.

Él siguió su camino mientras la rosa comenzó a llorar, conforme se alejaba sintió un pequeño dolor que fue aumentando a tal grado que cayó de rodillas, entonces volteando y mirando a la rosa murió.

—Amado mío que te hecho, soy culpable de tu muerte, nunca debí verte y ingenuamente con mi belleza hechizarte...

Entonces perdió varios pétalos.

—¡Maldita belleza que Dios me otorgó!, más valiese haber nacido horripilante de cuerpo y alma, pues así al menos desde el comienzo sabría que mí destino es la soledad.

Cayeron al suelo más y a la rosa sólo le quedaron tres, al caer el último de estos, el claro cielo se fue tornando gris hasta llegar ser tormentoso.

—¡Oh! amado, quise y anhele tanto estar entre tus brazos que me puse el mejor vestido y me pinte con el más hermoso color… tan bella me puse que varios hombres me pretendieron, y por temor a que otros brazos me acorrucaran me puse inalcanzable...

Ella se comenzó a marchitar mientras comenzaban a caer las primeras gotas de lluvia, con forme está fue avanzando, la rosa perdió dos pétalos.

Cuando la lluvia seso, la rosa, casi había muerto, desde entonces la rosa decidió no ver más el mundo, pues se decía así misma que el mundo era la tristeza misma.

Algunos días después, un gorrioncillo que volaba alegremente rumbo a su amada, vio los pétalos caídos y admirado por su belleza, decidió llevarse algunos para ofrecerlos como signo de su amor.

Cuando estaba apunto de tomar un pétalo con su pico sintió como unas garras afiladas lo atrapaban, ella al escuchar el grito de dolor del gorrioncillo abrió los ojos.

—¡Ha! era eso la causa del escándalo. ¡Qué triste vida hay en el mundo!, ojala mí vida fuera libre, pero no es así pues estoy atada a está tierra amarga.

Ella volvió a cerrar los ojos, mientras el águila soltaba el ensangrentado cuerpo del gorrioncillo, estando éste apunto de morir entono con sus fuerzas la más bella melodía para su amada.

—Amada, con está canción te entregó mí corazón.

Entonces en un bosque adyacente a la montaña, la amada del gorrioncillo en un triste canto le lloro.

Esa noche miles de mariposas formaron un gigantesco arcoíris nocturno, una de ellas se detuvo su vuelo para depositar sus huevos en una hoja de un laurel. Después de un tiempo nacieron y comenzaron a buscar el lugar ideal para llevar a cabo su metamorfosis.

—Esa rosa, es la ideal.
—¡Qué dices hombre!, no vez el peligro que hay para llegar a ella.
—Sí, pero no importa, ella es mí destino.
—Estas ciego hermano, no vez que esta bien horrible.
—Sólo está triste.
—Además nuestra existencia en está tierra es muy corta.
—Lo se, por eso me despido, pero ojala y en el cielo nos volvamos a encontrar.
—Bueno, no te detengo en tu viaje.

Entonces la oruguita emprendió el viaje mientras los ojos de su hermana se fueron entristeciendo. Unas horas después la oruga entro en el espinal y aunque se arrastro con mucho cuidado, fue sintiendo como se rasgaba su cuerpo.

—Me hieres el alma.

La rosa abrió de nuevo sus ojos, y pensando que lo que había escuchado provenía de algún hombre, entonces sintiendo vergüenza se cubrió con sus hojas.

—¡Oh! valiente, no me veas que estoy horripilante.
—No es así, eres la más hermosa.

Al escuchar esas palabras se descubrió y comenzó a buscar quien le había hablado.

—¿Dónde estas, que no te veo?
—Estoy cruzando el espinal.
—No te veo, hombre valiente deja me ver tu rostro temerario.
—No soy eso que esperas.
—¿Entonces que eres?
—Soy una pequeña oruguita, que busca renacer en tus brazos.
—¡No! ni siquiera lo intentes.
—Pero tu eres mí destino.
—Soy mucho para ti.
—Si lo eres...

En eso la oruguita salió del espinal.

—Pues mira que no me importan estas dolorosas heridas, que me causaste tan sólo al acercarme.
—De tente valiente animalito, que mí corazón a muerto.
—A mí no me interesa tu corazón, pues simplemente quiero amarte.
—No quiero tu lastima, así que no vengas.
—Te gusta a caso la soledad.

Se escucho el grito del águila.

—Aléjate, que tu muerte esta próxima.
—La muerte es un precio justo.
—¿Por qué quieres morir por mí?
—Porque quiero estar junto a ti.
—Seguramente Dios te ha mandado para verme humillada.
—Eso no lose, sólo quiero estar junto a ti.
—Prefiero la muerte, que sentirte.
—No te entiendo, quieres que te amen pero no te dejas amar.
—No avances, que serás él culpable de mí muerte.

La oruguita siguió acercándose, entonces viendo que no se detendría, ella se arrancó el último pétalo y murió. Ha sombrado la oruguita derramo una lágrima, y siguió avanzado hasta la rosa, al llegar a ella renació.

Nota del autor: En marca tres momentos por los cuales he pasado.