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Buenos días foreros,
Hace bastantes meses que dejé de ser un usuario activo de este foro pero esta mañana me he levantado con ganas de escribir y he pensado que no había un lugar mejor que esta plataforma anónima para hacerlo.
Llevo días, por no decir meses, metido en una situación de malestar general interno, básicamente provocada por mi precaria condición laboral (esa eterna sensación de sentirse infravalorado) y por algunas historias sentimentales que me han salido mal, que me han llevado, en momentos puntuales, a pensar que soy una especie de minusválido afectivo. Siempre he sido un ser bastante visceral y me he tomado los malos resultados de mis decisiones muy a pecho, acusándome de idiota o protestando contra el cielo porque el mundo se había puesto en contra mía y me había impedido tener éxito en la acción concreta por la que me estuviera quejando en aquel momento. Vamos, alguien excesivamente exigente conmigo mismo.
Pero hoy me he levantado con ganas de pasar página. No se si estas ganas me durarán unas horas, días, meses o si serán un indicador claro de que empiezo a madurar de verdad y se quedarán conmigo hasta el fin de mis días.
Todo ser humano se ve abocado a tomar decisiones a lo largo de su vida. La mayoría de las veces éstas, vistas con perspectiva, dan resultados indeseados o de menor importancia de los que se esperaban, generando frustración o malestar. La sensación de haberse equivocado de inicio o de haberse saltado algún paso durante el proceso es una constante cuando se intenta valorar el porqué de los malos resultados de ciertas acciones cuando la intención inicial era buena y había sido guiada por un proceso de reflexión previo o por unas sensaciones más que positivas en el ámbito afectivo (no es plan de ponerse a analizar de manera teórica si te conviene intentar algo con una chica o no, simplemente te gusta y tienes la sensación de que puede ser recíproco). Y lidiar con esa sensación es jodido, muy jodido.
Todo esto me ha llevado a reflexionar sobre la importancia de la relativización. Antes de lanzarnos a sentirnos mal porque tal o cual no nos haya salido como queríamos deberíamos pararnos a pensar en que aspectos positivos podemos extraer de la experiencia para intentar equilibrar todos aquellos puntos negativos que salen a relucir por si solos. En resumen, relativizar.
Si conseguimos suavizar los efectos negativos esforzándonos por encontrar algo bueno (normalmente lo que sacaremos será un aprendizaje para el futuro) mitigaremos nuestro malestar y estaremos dispuestos a encarar futuras decisiones con más calma y raciocinio, poniendo las expectativas justas en los resultados de las mismas y sabiendo que, aunque nos salgan mal, vamos a sacar algo positivo de ello.
Todo proceso y persona tiene unos tiempos diferentes y la conclusión que saco de la experiencia de los últimos 4 años (años en los que he vivido en un tobogán de altos y bajos) es que por muchas cosas que intentes para acelerar estos procesos (ya sea la búsqueda de un futuro laboral mejor o de una pareja con la que compartir tus días) no vas a llegar antes y lo único que vas a conseguir es atenuar y acelerar la aparición de esa sensación de frustración que todos sufrimos alguna vez en la vida. El refranero es sabio y dice que "No por mucho madrugar, amanece más temprano".
Disculpad el rollo, pero tenía muchas ganas de sacarlo de dentro.
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