La independencia económica de la mujer cambió, en todos los sentidos, el curso de las parejas y los matrimonios. Hasta no hace mucho tiempo, hablando de España, muchas se casaban con individuos que físicamente no les gustaban en absoluto pero que, al estar bien situados tanto laboral como económicamente, las familias se metían por medio y persuadían a sus hijas para que se casaran con ellos.
Hoy día no es nada especial ni extraordinario que, un hombre de orígenes humildes o directamente pobres, tenga una buena carrera. Pero, hasta hace 45 o 50 años, las carreras de prestigio sólo las tenían los hijos de papá o unos pocos privilegiados de familias corrientes que pudieron estudiar con becas del Estado, que no se las concedían a todo el mundo. Es decir, en aquel entonces, el tener una carrera significaba mucho de cara a poder encontrar pareja relativamente fácil. Además, no olvidemos que el divorcio, en aquel entonces, estaba prohibido.
Pero, ya en democracia, primero con la aprobación del divorcio por las Cortes en 1981 y, más tarde, con la progresiva independencia de la mujer, muchas de aquellas mujeres que se casaron con hombres de carrera a quienes consideraban "feos" o "no apuestos", solicitaron el divorcio y se juntaron con un hombre "a su gusto", como ellas quisieron siempre, con un hombre que les gustase a ellas y no a sus familias.
No hace falta decir que, ese tipo de hombres con carrera que triunfaban antaño, pero con físico "inferior" o con habilidades sociales escasas, hoy día triunfan "menos que nada" literalmente con las mujeres, además si contamos que, muchas mujeres actuales, tienen carreras superiores a las suyas.
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