Si bien es cierto que internet es útil para muchas cosas (como por ejemplo comunicarnos con nuestra familia en el momento que sea si estamos en la otra punta del mundo) y nos facilita la vida en muchas ocasiones (no sabes como llegar a tal sitio y con un móvil con conexión y GPS solucionado), también hay una realidad no tan buena y es que nos hemos creado una dependencia hacía este tipo de aparatos sin los cuales ahora no podríamos vivir, sobre todo con el tema redes sociales.
Yo recuerdo cuando tenía 11-12 años. Mi primer móvil fue un alcatel verde con antena muy tocho que mi padre me compró porque me iba una semana de vacaciones con un familiar. Tenía una pantalla minúscula y apenas podías hacer nada más que llamar con él. Es decir, el único objetivo era poder comunicarte con una llamada si así lo necesitabas y punto.
En aquella época tampoco tenía ordenador y actualmente intento pensar:¿Qué hacía yo sin ordenador ni móvil en aquellos tiempos? ¿Cómo podía vivir sin esa tecnología?
Pues vivía y me entretenía, por supuesto. Recuerdo que me encantaba leer y me pasaba largos sábados leyendo durante horas libros juveniles. Los devoraba, porque no había un ordenador que absorbiera toda mi atención. A día de hoy, me avergüenzo un poco de decir que he perdido esa maravillosa costumbre por pasar el tiempo en un ordenador pendiente de las redes sociales en vez de disfrutar con una buena lectura.
Una cosa que odio profundamente es cuando quedas con alguien para tomar un café o charlar y esa persona está pendiente de su instagram, whatsapp, facebook, etc. En eso si que soy bastante tajante. Si he quedado con algún amigo es para pasar tiempo con esa persona y el móvil no lo saco más que para mirar la hora o si hay alguna emergencia. Lo que me cabrea muchísimo es estar hablando con alguien que a su vez está hablando por whatsapp con otra persona y mirando fotos de instagram. No quedes conmigo entonces, no me interesa ver como estás con tu teléfono la verdad.
Es que parece que si no controlamos el teléfono cada 5 minutos a ver si alguien nos ha puesto un nuevo "like" en la foto de postureo de turno no vivimos.
O los que quedan contigo para tomar café, le hacen una foto al café, la cuelgan en instagram con un texto tipo "Charlas agradables acompañadas de café
" ¿Charlas agradables? Será la que estás teniendo por whatsapp con no sé quien, porque no has despegado los ojos de tu teléfono en todo el rato.
Y tengo que reconocer que, aunque para mi siempre ha sido sagrado el que cuando se queda con una persona o se está pasando el rato con los amigos el móvil tiene que estar guardadito, sí que he caído con las redes sociales y la manía de tener que enseñar al mundo lo bien que nos va, lo chachis que somos y la vida tan "supuestamente guay" que llevamos. Por eso desde hace algún tiempo he dejado de publicar en redes sociales, porque pensando y reflexionando llegué a la conclusión de lo absurda y ridícula que me veía a mi misma haciendo eso. "Es que yo lo comparto para que lo vean mis amigos y familiares, si la otra gente es cotilla no es mi problema". Okay. La gente que yo quiera que sepa algo de mi vida ya me encargaré yo de contárselo o enseñarle las fotos por privado. Pero no me apetece que gente con la que ni tengo contacto hace años o que ni apenas conozco sepa lo que hago o dejo de hacer. Así desde hace ya tiempo estoy en proceso de abandono de todas las redes sociales que utilizaba y no publico nada.
En resumen, que me enrrollo. Internet ofrece muchísimas posibilidades y muy buenas que por supuesto debemos aprovechar, pero también considero que en según que aspectos se nos va un poco de las manos el tema. Nadie se iba a morir por vivir sin un teléfono móvil, antes lo hacíamos y vivíamos perfectamente. El problema es la dependencia que nosotros mismos creamos a cosas totalmente innecesarias (por ejemplo mirar el instagram cada X tiempo).