Bueno, que serios nos hemos puesto. OK.
¿Hacerse o no la difícil? Cómo en todo, depende.
Como dice el maestro estupidista, depende del umbral de rechazo que maneje el interesado. Añadiré que parte de saber jugar este juego es entender la personalidad de los jugadores.
En nuestra dinámica de hombre activo mujer pasiva (no todos, pero sí la amplia mayoría), la amplia mayoría de los hombres sufre para dar el primer paso ¿Porqué? Por miedo al rechazo. Si tomamos esto como cierto, entonces tenemos a un cúmulo importante de chicos que una vez que han tomado la decisión y el valor de acercarse, es necesario que el sexo opuesto dé refuerzos positivos a dichos acercamientos. Esto debe ocurrir para que el interés se mantenga y una relación pueda darse de manera más efectiva y natural.
Si en ese momento hay una actitud de indiferencia, sólo quedan en la pelea aquellos que 1) lo tomen como deporte y revaloración de ellos mismos “el poder seducir” o 2) personas con baja autoestima que creen que es normal que deban “convencer a los demás para ser aceptados”. En general (de nuevo no todos) una persona emocionalmente sana ante uno o dos intentos sin recibir algún refuerzo positivo cederá.
Claro que en las dos categorías que propongo hay niveles y a esto se refiere el “umbral del rechazo”.
Es importante dejar claro que esa creencia popular de “si le intereso se esforzará” es errónea. Esto es legado del rol pasivo de la mujer dónde el hombre debe ir tras la mujer y vencer viento y marea por “su amor”. En el caso de las relaciones personales el “no perseverar” es más complejo que eso. Cabe destacar que aquellos que “perseveran más” son personas que están acostumbrados a probarse a ellos mismos que valen la pena y no precisamente están interesados en la persona, sino en el reto que representa la persona.
La pregunta entonces es ¿Cómo saber el umbral de rechazo que aguanta cierta persona? Se puede definitivamente, pero bueno eso ya es otro cantar.
Respondiendo a la pregunta “Hacerse a veces la indiferente es bueno?” La respuesta es SÍ, a veces es bueno… a veces no.
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