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Usuario Experto
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El Hombre Maltratador:
No existe un perfil de maltratador como tal, ya que pueden ser hombres muy diferentes en cuanto a status social y económico, estudios, creencias religiosas, adscripción política, educación, hábitat, etc.
¿Qué es lo que lleva a un hombre a maltratar?, ¿son locos?, ¿son enfermos?.
El hombre maltratador no está loco, no está enfermo (salvo excepciones), es un hombre “normal”, con ciertas características:
Son expertos manipuladores emocionales.
Son peligrosos cuando se establece una relación con ellos.
Tienen una actitud de víctima con enorme responsabilización hacia la mujer
Tienen déficit de capacidad empática (ponerse en lugar de la otra), con ignorancia del sufrimiento de la víctima e ignorancia del efecto que producen.
Necesitan reafirmarse y no toleran perder.
Obsesivos, necesitan sentir que tienen el control y no toleran las negativas de la mujer.
Rigidez de pensamiento sobre lo que es una mujer y cuál es su papel. Quieren ejercer su autoridad y creen que la razón está de su parte.
Dependencia funcional de la mujer, no emocional, la mujer se ve como objeto de deseo y servicio, en tanto que no se enteran de lo que sienten, la mujer es la traductora de sentimiento. Cuando esta desaparece, aparece el temor.
Se aíslan emocionalmente y no expresan más emociones que la cólera.
Aparentemente tienen una autoestima muy elevada, pero no es real porque en su vida cotidiana necesitan y dependen de sentirse superiores. Para conseguir esto, lo que les rodea debe ser inferior o creerlo ellos así. Es una autoestima débil.
Son hombres hipercontroladores, ejercen violencia sobre la mujer cuando pierden el control
Emocionalmente inestables
Sufren celos desmedidos e injustificados.
Pero a pesar de esto, sí son “normales”
¿CÓMO PUEDEN MALTRATAR A LAS MUJERES Y SEGUIR SU VIDA CON NORMALIDAD?
Negando: Niegan su comportamiento. Son incapaces de reconocer que están haciendo algo incorrecto o malo. Para ellos, están desempeñando el papel que les corresponde a un hombre “como debe de ser”.
Esta mentira la mantienen ante sí mismos y ante otros, convirtiéndose en el mecanismo que les permite mirarse al espejo todas las mañanas, sin sentir remordimientos o culpabilidad.
La forma mediante la cual consiguen la negación, es a través de la minimización, racionalización y justificación. Se dan una explicación de lo que está ocurriendo según sus propios esquemas y pensamientos, y cada vez ampliando más los límites de su conducta, de tal manera que llegan a un punto en que hagan lo que hagan, por muy horrible que sea, a ellos les parece normal. Hasta que este autoengaño no finaliza, el ciclo de la violencia continuará siendo cada vez más grave.
Minimizando el daño para distanciarse del daño causado. Se convence de que el hecho no es tan grave “yo no la pegué, sólo la empuje”, así además se permiten culpabilizar a la víctima de exagerar la agresión. El maltrato psicológico es muy fácil de minimizar.
Justificando, consiguen explicar por que hicieron lo que hicieron, “no pretendía matarla, pero tuve que amenazarla para que dejara de chillar”, “me hizo llegar al límite, me sacó de quicio y perdí el control”... Si admitieran que su conducta es mala, tendrían que admitir que son malos, ya que todos solemos identificarnos con nuestra conducta. Por tanto, justificar es una forma natural de supervivencia psicológica.
La negación es un truco de supervivencia que permite al agresor vivir consigo mismo engañándose y engañando a la gente. Por tanto no es extraño que este tipo de agresores, fuera del contexto doméstico, en público, puedan resultar unas personas encantadoras, amables e incluso cariñosas. Engañando al vecindario, a extrañ@s, familia, amigos y amigas o incluso a.. jueces y juezas.
El hombre violento tiene ideas cerradas y por ello, no tiene prácticamente ninguna posibilidad de cambio: cree que la mujer y las hijas e hijos son de su propiedad y con sus “propiedades” puede hacer lo que quiera, percibe la conducta de la mujer como provocadora, le resulta muy difícil de observarse a sí mismo, confunde los sentimientos de ira y miedo...
Aunque la mayoría de la sociedad tenga la imagen del maltratador “machista” o sexista, la realidad es que podemos encontrarnos con varios tipos de maltratadores, entre los cuales están:
El prepotente Maltratador Camuflado,
Es el más común, al que calificamos a menudo de machista. Es violento, tiene roles muy sexistas: se cree dueño y por encima de la mujer a la que considera inferior, la aísla del entorno para que no cuestione su autoridad, ni observe el comportamiento correcto de otros hombres con sus parejas y entorno...
Por su dificultad en detectarlo, muy peligroso:
Son manipuladores, inmaduros, aparentemente dependientes y absorbentes. También aíslan a la mujer, pero de forma distinta: busca problemas para que la salida sea problemática. Por ejemplo si la mujer va a ir a una fiesta se pone enfermo para que se tenga que quedar a cuidarle, hace gestos para inspirar lástima...
Es un artista del chantaje emocional. Si la mujer quiere ser ella misma, le hace entender que es a costa de hacerle sufrir a él. La mujer piensa que está siendo egoísta y se siente culpable.
Finge necesitar a la mujer para conseguir que ella nunca realice sus propios deseos, tenga sus propias ideas, disponga de su propio tiempo o amistades. La domina hasta convertirla en rehén de él.
Se identificaría en mayor medida con el maltrato psicológico, del que, no obstante, también participa el maltratador prepotente. En realidad, no suelen no darse este tipo de conductas tal como se tipifican, sino que en la mayoría de las ocasiones aparecen mezcladas.
ENFERMEDAD O DELITO
El maltratador como persona que comete un delito es un delincuente y debe ser juzgado por ello y cumplir la pena de prisión que se le imponga. Otra cosa bien distinta es que dentro del centro penitenciario, además de cumplir la condena, se plantee el que pueda recibir tratamiento psicológico adecuado, a cargo de Instituciones Penitenciarias.
No obstante no se debe confundir a la opinión pública ni a las mujeres víctimas de maltrato induciendo a creer que con una terapia el maltratador va a dejar de serlo, ya que como demuestran las estadísticas mundiales no es así más que en menos de un 3% de los casos. El 97% restante suele abandonar la terapia cuando consigue que la mujer vuelva a admitirle, cuando ve que no puede conseguirla de nuevo, o cuando prescribe la imposición que hayan podido ponerle judicialmente, no siendo consciente de que el cambio tiene que hacerlo sin condiciones para su trato personal, familiar y amoroso con otras personas y que la terapia que reciba debe ser de muy larga duración, no sólo de unas pocas semanas o meses.
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