Otras definiciones:
Las palabras que se han desarrollado para reivindicar desde una óptica masculinista o de crítica con los defectos y abusos surgidos del feminismo serían las siguientes:
Hembrismo: Actitud de prepotencia de las mujeres respecto de los hombres, o parcialismo discriminatorio claramente favorable a la mujer en acciones u opiniones. El proceso psicosocial de “empoderamiento femenino” nacido del feminismo y en el que esta ideología tiene un gran interés en su vertiente de valoración prioritaria del significado y valía de la mujer, favorece este fenómeno, ya que ensalzar a un grupo culturalmente de un modo duradero y exclusivo conduce invariablemente a la apreciación superior y exagerada de este y la minusvalorización o el desprecio de los grupos cuya imagen ha sido menos potenciada.
Masculinismo: Doctrina de pensamiento y movimiento social que centra sus intereses y acciones en el análisis y erradicación de las discriminaciones de género masculinas presentes en la sociedad, y el desarrollo y potenciación holístico de la masculinidad, con el propósito de crear una sociedad más igualitaria entre hombres y mujeres, actuando como un complementario del feminismo para los varones, en favor de una auténtica igualdad.
Misandria o misoandria: valoración negativa o nociva de los hombres, potenciadora de aversión, desprecio, minusvaloración, rechazo u odio hacia la figura masculina y transmitida culturalmente hasta el punto de convertirse en un elemento educativo. Se consideran generadoras de la misandria o misoandria algunas tendencias feministas fuertemente influenciadas por un claro sentimiento antivarón, así como diferentes discriminaciones de género vinculadas social e históricamente con los hombres, a partir del rol que la sociedad les asoció desde sus primeras etapas de desarrollo. Entre las tendencias de la ideología feminista que potencian la misandria o misoandria, destacan fundamentalmente aquellas más radicales que han equiparado el esquema marxista de la lucha de clases a la relación social e histórica de los dos sexos, mediante un análisis maniqueísta que equipara lo masculino con lo privilegiado y opresor, y lo femenino con lo discriminado y oprimido, favoreciendo así este sentimiento de odio mediante una descripción básicamente negativa de lo masculino. En su vertiente nacida de las discriminaciones de género masculinas este fenómeno ha tenido y tiene también una significativa influencia social e histórica, resultado de dos de las principales y más atávicas de estas discriminaciones, por un lado “la competencia extrema entre varones” y de otro “la vinculación de lo masculino al riesgo”
Ginocentrismo o femicentrismo: Interpretación del mundo y de las relaciones sociales centrada en el punto de vista femenino, tendente a orientar en gran medida las políticas y recursos sociales en beneficio de la mujer, ya sea erradicando sus discriminaciones específicas de un modo preferente y minucioso, al mismo tiempo que se invisibilizan e ignoran las masculinas, o tratando de potenciar una mejora prioritaria de la capacidad y calidad de vida de la mujer en comparación a la del hombre, o bien favoreciendo la solución de cualquier conflicto de intereses entre los dos sexos mediante posicionamientos asimétricos clara y habitualmente favorables a la parte femenina. Se trata en lo fundamental de un resultado inevitable del auge cultural, social y político de la ideología feminista, la cual, posicionada desde sus primeros dogmas y postulados a favor de uno de los dos sexos, conduce invariablemente a la discriminación del otro, si no se introducen elementos correctores que afecten a su dinámica fundamental.
Feminazismo: Término referido a las políticas y posturas más radicales nacidas del movimiento feminista, cuando éstas violan derechos fundamentales de los hombres para resolver discriminaciones de las mujeres, potenciarlas en exclusiva, resolver situaciones de conflicto entre ambos sexos en claro beneficio de la parte femenina o fomentar la misandria.
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