Por regla general, felicito a aquellas personas con las que, aun después de haber tenido una relación sentimental, mantienen conmigo o bien amistad (que es lo deseable), o como poco un cierto contacto, aunque sea escaso; a esas personas siempre las felicito como mínimo en su cumpleaños y por estas fiestas. Si por el contrario se empecinan en no permitir ese contacto, lo que no hago es insistir, pues a quien no acepta una mano tendida, tampoco se le puede forzar a ello, de modo que en tales casos no llevo a cabo tales felicitaciones. Eso sí, si a mí me felicitan, respondo siempre con cortesía y gentileza, aunque fuese mi peor enemigo.
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