Felicidad y resaca

Danteojos

A casi toda borrachera prosigue de ordinario su correspondiente resaca, una muestra más de la consabida fórmula acción-reacción que suele regir la mayoría de los actos, y si aquélla es por regla general suscitadora de euforia y júbilo, la resaca lo es de malestares, de un desequilibrio donde, entre otras sensaciones, el vacío, el vértigo y las náuseas ocupan un lugar preponderante.

La felicidad también en cierto modo, al menos cuando se tiene la suerte de disfrutar de generosos tragos de la vasija que la contiene, provoca asimismo una sensación de euforia desmedida, como si uno flotase sobre un mar de nubes que al propio tiempo le sirviera de trono desde donde dominar el mundo. Es la borrachera de felicidad, sin duda la más mirífica que existe, la que suscita mayor satisfacción al espíritu de quien de ella se embriaga, la que nos eleva por encima de cualquier mediocridad para revestirnos de grandeza. Pero también a este tipo de borrachera suele suceder su particular resaca, reflejada en nostalgias, en morriña de lo vivido y apatía por retornar a la trivialidad del día a día. Es inevitable. Jorge Manrique lo reflejó muy bien cuando dijo aquello de: "¡cuan presto se va el placer!, ¡cómo después de acordado da dolor!" Está claro que se refería a este tipo de resaca.

Pero es lo que hay, no en vano como todo lo realmente valioso, la felicidad es también un bien escaso y, en tal condición, no se puede pretender disponer de él en una abundancia perpetua, sino que, por desgracia, sólo se puede saborear a tragos, tragos que hay que apurar al máximo cuando se presentan, desconocedores que somos de cuando a nuestros labios ávidos volverá a tornar la copa que contiene su ambrosía. No concibo mayor muestra de necedad que la de rechazar esa copa. ¡Y me consta que algunos (muchos) lo hacen! ¡Estúpidos!... Esa copa no está a nuestro alcance siempre, de modo que cuando aparece, hay que beber de ella como verdaderos glotones, y ello por más que luego la resaca resulte dolorosa y acerba.

ilcavalieri

Para paliar el efecto a la mañana siguiente de esos fabulosos tragos de la vasija/ vaso palmero o copa balón que los contiene, servidor cuando llega a casa come algo y se bebe como 1 litro de agua.

Danteojos

Yo no incito a nada, simplemente expongo una reflexión personal en base a mi particular manera de entender la vida, que, en efecto, es hedonista. ¿Que tú eres estoico/a? Me parece perfecto, pero no por eso voy a proponer que te den ningún premio. Ahora bien, si tú quieres dármelo, hazlo, no hay problema

Disupiu

No compartir tu visión no me parece cosa de estúpidos, sino al contrario, simplemente veía bien dejar claro eso por si alguien influenciable lo lee.

Danteojos

Todo es interpretable, por supuesto, pero rechazar la felicidad sí me parece una estupidez, al menos para mí. Eso sí, acepto que para otros la estupidez esté en lo contrario, esto es, en disfrutar siendo felices. De hecho, existen varias escuelas de pensamiento que, en efecto, entienden estúpido ser felices y gozar de ello. Lo respeto, pero no lo comparto.

Por otro lado, la felicidad es un concepto abstracto y, por tanto, subjetivo. Lo que a mí me pueda hacer feliz a ti posiblemente no, y viceversa. Es cuestión también de gustos, filias y querencias.

Disupiu

Ser felices es lo que todo el mundo busca, pero ser hedonista infravalorando las consecuencias negativas futuras quizá no sea lo más inteligente. Depende claro, del tipo de vida que lleve cada uno y sus prioridades.
Por supuesto también respeto tu punto de vista, pero quería también que quien leyera esto tuviera en cuenta el contrario (por si son adolescentes o personas con problemas)

Danteojos

Yo no he dicho que haya que infravalorar las consecuencias negativas. Solo he dicho que, al igual que a una borrachera acostumbra a suceder una resaca desagradable, con frecuencia a la felicidad prosigue una etapa de desazón, apatía y dolorosas nostalgias. Solo hay que leer muchos de los hilos que se abren en este foro para comprobarlo, gente que ha sido inmensamente feliz en una determinada relación sentimental y que posteriormente, luego de acaecer una ruptura, se han visto sumidos en un estado de profunda desdicha. Entonces, la pregunta clave es si, pese a ese dolor a posteriori, habría merecido la pena la felicidad vivida. Y mi respuesta es sí, mi respuesta es que la felicidad, como dijera Borges, se justifica por sí sola, sin necesidad de mayor coartada, de modo que siempre merecerá la pena haberla saboreado al máximo. Habrá, no obstante, quien piense que no y está, por supuesto, en su derecho. De hecho, este hilo está precisamente para debatir sobre ello. Para mí, insisto en ello, no apurar los tragos de felicidad solo por el temor a ese posible resaca que vendría después me parece terrible. Pero, ya digo, es mi opinión nada más.

fj bulldozer

Yo en mi vida solo he sido hedonista en un aspecto, en que no tendría nada con una mujer si no me pareciese guapa y atractiva. En todos los demás aspectos de la vida he procurado no ser hedonista. Pero el humano tiene innata en su instinto la búsqueda del placer, de una forma o de otra.

Disupiu

He releído el tema, y la verdad es que en lo marcado en negrita me he pasado tres pueblos. Disculpa.

No Registrado

Eres de los que confunde la felicidad con el placer.

No es lo mismo.

ilcavalieri

Bueno, a todo esto...sois más de ron o de whisky?.

Tommy Shelby

Yo soy más de vodka, me lleva a ser uno con el karma.

Danteojos

No pasa nada, Disupiu. A todos nos pasa de vez en cuando que leemos algo y damos a lo leído una interpretación que no siempre va en consonancia con la que quiso dar el autor. Un abrazo

Danteojos

Interesante dicotomía. El placer puede ser un elemento conformante de la felicidad, pero esta última forma parte de un concepto más amplio en el que pueden tener cabida muchísimos otros elementos. Así que, en efecto, felicidad y placer pueden estar relacionados, pero no son lo mismo necesariamente, por supuesto que no.

juanito_tron

Danteojos, en este caso creo que te centras únicamente en la visión del mundo occidental, por eso hablas de escuelas hedonistas o estoicos.

Hay muchas más escuelas y muchas más formas de ver el mundo; personalmente para mí la felicidad es otra cosa muchísimo más diferente al placer de una borrachera o de una relación tóxica o tirarme toda la noche por ahí de juerga (que, afortunadamente para mí, hace mucho que no lo hago).

Para mí, de lo que hablas, es de las dos caras de la moneda, o la curva de Gauss. Si estás en la cúspide de la curva, vas a experimentar una gran felicidad, pero como toda curva, bajará y experimentarás esas sensaciones que calificamos como "negativas".

Hay otras corrientes de pensamiento (más orientales) que aspiran a no vivir en una curva constante de placer/dolor, sino en reducir al máximo la curva, y sintiéndote bien. Y tiene esto muy poco que ver con los estoicos (más allá de que estas filosofías sean mucho más antiguas que las griegas y les hayan influido).