Ni se te ocurra dejar de ir al gimnasio por ella. Encima, para que se crea tan importante como para que dejes de ir. Menuda pesadita...
Si cruzas miradas, pues si eso un hola con la cabeza y fin de la historia.
Eso sí, te sigue afectando, en el sentido de que te pica algo ahí dentro que hace que se te remuevan cosas cada vez que quiere llamar la atención. En parte es normal, pero yo te recomendaría que no la odies, ni la juzgues, ni te comas más la olla por ella. Hay gente que es así y ya está, no saben perder. Casi da hasta pena.
Acepta esta situación y no dejes que consiga tocar tus pensamientos, tus sentimientos ni tus rutinas. A veces nos toca vivir situaciones como esta; es lo que nos hace entender los diversos comportamientos del ser humano