Te contaré dos experiencias mías con dos barman, a ver si te sirven de ayuda.
1) Cuando era jovenzuela, con 20 añicos, me gustaba un camarero de un bar cool irlandés. A mi amiga y a mí nos encantaba, pero yo era por entonces extratímida, muy acomplejada (y eso que era cuando estaba más delgada, ay) Íbamos todos los viernes y algún que otro sábado a verle. Esta amiga era más abierta e iniciaba siempre la conversación. Yo sólo me quedaba embobada mirándole y sonriendo. Un día decidimos dejarle una nota al camarero. Eramos jóvenes, muy malas estrategas y ese día algo borrachas. Pagamos, le dejamos la nota: " .........., tu sonrisa nos enloquece" y nos fuimos. A la semana siguiente, fuimos y nos dio las gracias, pero tenía novia
Moraleja: conoce antes al "enemigo". Él se dejaba querer y era amable con nosotras (era camarero y quería propinas). Además, eramos inexpertas y alocadas.
2) Un día entro con una amiga a un bar de rock hace dos años. Nos sentamos en la barra y él todo encantador nos ponía Bier. Me quedo mirando al camarero y le digo a mi amiga: "mmm, me mola el mozalbete". Ella asiente que es muy majete y agradable. Ideo mi plan de conquista. Voy al bar con ella más veces, le empiezo a sonreír, a mirar, él nota que le miro. Se acerca, empieza a preguntarme qué es lo que hago en las Germanias, qué estudio, qué edad tengo, y blah blah. Un día divertido fue que me puse a jugar al billar con mi amigo y otros hombres. Se acercaba a preguntarnos si queríamos más cervezas y me controlaba. Al final cayó en mis redes. ¡Aysss qué tiempos aquellos!
Moraleja: era más experta y le caí en gracia. Fui más descarada porque, chiquilla, los barman son solicitados y están en el punto de mira. Son los hombres más vistos por las féminas del lugar (ya sea porque sirva las mesas o porque sea guapete)
Supermoraleja: era un puto. Tenía novia y me lo ocultó
Consejo para tu caso: si eres tímida, tendrás que idear otra estrategia para que perciba que existes. Siéntate en la barra del bar o en una mesa que estés en su radar. Sonríe, mírale descaradamente. Para empezar el contacto no hace falta una conversación, sólo que note que estás ahí siguiéndole con la mirada. Ya se dará por aludido y ya intentará pasar más por la mesa y ser más agradable.