ASEGURABA HABER PUESTO LA CALEFACCIÓN Y NO ERA CIERTO
Aunque Marisa y Andrés Rojo parecían el matrimonio ideal, lo cierto es que vivían desde hacía años asentados sobre un cúmulo de mentiras. Él, con tendencia a pasar calor, convenció a su mujer para instalar un aparato de aire acondicionado hace cinco años, convirtiendo su hogar, otrora cálido y agradable, en un frío agujero tanto en verano como en invierno. “La gente ya me decía que mi marido me engañaba, pero yo no quería creerlo”, explica Marisa. “Hacía ver que apretaba el mando del aire para subir la calefacción y yo le creía, pero mentía y le daba al frío. A veces lo hacía incluso cuando había visitas, delante de todos. Es un cínico”.
“Reconozco que he hecho algunas cosas muy malas en mi vida”, admite Andrés. “He herido a mucha gente, no sólo a mi esposa. A mis amigos, a mi familia… a todo el mundo que ha pasado por casa. Gente que me respetaba y me creía cuando decía que el aire ya estaba al máximo. No fui cortés con ellos por el simple hecho de que soy muy caluroso. Muchos constipados pesan sobre mis hombros ahora”.
Hacía tiempo que circulaba por el barrio el rumor de que Andrés estaba manipulando la temperatura de su hogar. “En verano mirabas al balcón y veías que el aparato extractor iba a todo trapo, y en invierno estaba parado. Y sabías que allí dentro había una mujer pasándolo mal”, explica una vecina. “Entre nosotras tenemos que apoyarnos cuando pasamos frío”.
Marisa, aunque sospechaba, no se decidió a enfrentarse a su esposo hasta que halló un mensaje de texto en el móvil de éste. “Encontré varios mensajes de un número desconocido y varios cruces de llamadas de ese mismo número. En uno de los mensajes, Andrés decía: ‘Te echo mucho de menos, por suerte en casa se está fresquito, he puesto el aire a 18 grados. Te quiero’. Y ahí supe que mi marido me estaba engañando, porque recuerdo que aquel día me había dicho que lo había puesto a 30 y que si hacia frío era cosa mía”.
Es la primera vez que una discordia en torno al aire acondicionado acaba con un matrimonio. Hasta la fecha, sólo se habían dado situaciones similares en entornos de trabajo, donde es habitual que se generen distintos grupos de presión para controlar el termostato. El verano pasado, unos trabajadores de una oficina madrileña mantuvieron encerrados a siete compañeros en la sala de reuniones durante dos semanas para poder manejar el aire acondicionado a su antojo.
Fuente:
http://www.elmundotoday.com/2010/03/...a-temperatura/