¿Sabes que un gato callejero buscaba incansable atrapar a un pez demasiado escurridizo? Aquello le obsesionaba. Tal era su apego que pasaba días sin comer ni dormir hasta que un día cayó muerto de hambre y sueño, el felino estaba peor que nunca.
Cuando despertó, casi de milagro, estaba en un lugar diferente, era la casa de una persona solitaria que lo encontró y lo acogió. El gatito bufaba y rechazaba al desconocido, pero este le ofreció agua y alimento. Fue entonces cuando entendió que su antigua obsesión no merecía la pena, que el humano le ofrecía todo lo que necesitaba sin pedir nada a cambio, pasadas las desconfianzas gato y hombre vivieron juntos felices.
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