Las guerras de sexos traen separación y desconfianza. Tienen la misma esencia que las intrigas ideológicas o las cuestiones territoriales. Aún desconociendo (o conjeturando) la verdadera intencionalidad, se conocen muy bien sus efectos: el pueblo llano peleándose por nimiedades; por asuntos totalmente inútiles.
Ya estamos atomizados por las redes sociales, etiquetas, grupos; categorizados al detalle. La guerra de sexos es solo otra valla más que nos separará unos a otros, en espacios cada vez más minúsculos; hasta que no quede nada de humanidad en este planeta. Las distopías más célebres van a parecer chistes.
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