La infidelidad siempre es una muestra de falta de recursos de autoestima e inteligencia emocional para lidiar con la frustración, la rutina, el aburrimiento o la insatisfacción. Deriva de la nefasta educación emocinal que recibimos que nos trasmite la idea de que la solución a todos nuestros males es que un príncipe o una princesa lleguen a rescatarnos para darnos la felicidad que merecemos. La persona con esta mentalidad, no está preparada para las decepciones y por supuesto es dependiente absoluto de otras personas, por lo cual será muy probablemente infiel, al verse débil e incapaz de tomar decisiones con respecto a su propia vida.
En este caso se ve muy claro, puesto que lo que se cuenta es una relación llena de carencias y problemas entre dos personas con la autoestima por los suelos. Mientras sigan pensando que la solución está en que el otro sea algo que no es y se comporte de una manera que no se comporta, para que ellos sean felices, nada funcionará y la infidelidad seguramente se dé por ambas partes.
Lo ideal sería que todas las personas fueran valientes, independientes y se quisieran lo suficiente como para no meterse en relaciones mierderas y ya puestos, que fueran capaces de salir de ellas en caso de tenerlas, pero no tratamos con ideas ni ideales, tratamos con seres humanos y aquí hay un ser humano que no sabe qué le pasa, cómo salir de ello y que pide ayuda. Aquí ya llega el tema de si preferimos juzgar o preferimos ayudar, porque son términos mutuamente autoexcluyentes.
|