La inquietud mía viene por el lado de cómo fortalecer la pareja y el matrimonio en crisis que estamos viendo en los umbrales del siglo XXI.
Soy un hombre de 56 años, divorciado, con un hijo de 17 años que vive por ahora con mi ex esposa y que cómo se dice vulgarmente, viví todo. Soy de Uruguay, uno de los países más parecidos a la España franquista, que recién ahora comienza lentamente a cambiar. Si bien es cierto que Uruguay no es un país en donde la Iglesia Católica haya tenido gran poder de prédica, no sé si en el fondo no es peor, porque tiene ese conservadurismo atroz de los ateos, de los que dicen que no creen, pero en realidad, sexualmente, son peores que los otros.
Todo lo mío apunta a fortalecer el vínculo hombre-mujer, a que la cosa funcione y salga siempre con bien. Si la infidelidad ayuda a que ambos recapaciten y ella esté más cachonda y él más atento a ella, entonces todo bien, ahora, si la infidelidad destruye entonces algo está mal. No sé si soy claro. Me sirve todo, siempre y cuando fortalezca a la pareja, el vínculo y la unión matrimonial.
Pregunto, ¿El swinger o intercambio de parejas, termina con la infidelidad al poner las cosas por delante o genera un conjunto de realidades que en definitiva puede ser, que en la mayoría de los casos, dejando situaciones excepcionales, sea pernicioso? Es una duda muy grande que tengo. Por eso la planteo.
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