EL MANIFIESTO MASCULINISTA
Uníos, hombres del mundo.
Aviso para navegantes: no quiero que esta serie de escritos se confunda con los habituales sobre la guerra de sexos. Las ideas que contiene pueden ser opinables, pero no se basan ni en el desprecio, ni en el combate, ni en sentimientos de superioridad o inferioridad, sino todo lo contrario. Lee detenida y comprensivamente y comprenderás el porqué de esta advertencia.
En estos tiempos que nos toca vivir hay algo de lo que casi nadie habla nunca:
No es fácil ser hombre. Para nada.
Tal vez lo fuese antes, cuando verdaderamente existía una posición de desigualdad entre hombres y mujeres. Ahora —afortunadamente— esas diferencias se han mitigado hasta casi desaparecer. Una mujer trabaja, puede desarrollarse personal y profesionalmente y no está sometida a la disciplina de ningún varón, como es justo y necesario que sea. En su día, corrientes de pensamiento como el feminismo lucharon por hacer posible lo que hoy es realidad (si bien, en algunos casos, esas tendencias no tuvieron, y no tienen, nada que ver con la igualdad, sino con cambiar una posición de preeminencia por otra). Y sin embargo…
… Sin embargo a los hombres este cambio nos ha pillado desprevenidos. No para recuperar
status pasados nada beneficiosos, sino para reivindicar, desde una mentalidad sana, nuestra condición masculina. Nuestros puntos fuertes y nuestros derechos. Que también los tenemos. Que también somos seres humanos con necesidades, afectos y dignidad, merecedores de respeto. Que amamos, que sufrimos, que en definitiva VIVIMOS.
No deberían crearse etiquetas, pero para trabajar con un tema debemos denominarlo de algún modo. Lo podríamos llamar “
Masculinismo”. No es una posición de dominación, por lo que sería algo completamente nuevo y al mismo tiempo distinto al machismo, igual que el feminismo (bien entendido) no tiene nada que ver con el hembrismo. Es la idea de recuperar la verdadera identidad que, como seres portadores de pene (con perdón) tenemos, sin caer en excesos, liquidación de frustraciones o roles de dominancia. Saber que uno puede sentirse orgulloso de ser hombre, y no un sospechoso habitual de pensar sólo en sexo, en deportes o en labores relacionadas con la fuerza bruta. También para no consentir la desigualdad que supone tener que seguir desempeñando funciones de la época pasada y ver recortadas las supuestas prebendas que conllevaban.
¿Cómo sería un supuesto “Manifiesto Masculinista”?
Se me ocurren diez puntos (vivimos en una sociedad en la que los decálogos han influido mucho en el pensamiento) sobre los que empezar a trabajar.
Serían los siguientes:
1.- Sabré vivir solo como antesala necesaria a una relación.
2.- Aceptaré mi condición humana.
3.- Renunciaré al victimismo, a la baja autoestima y al pensamiento circular.
4.- Trataré a las mujeres como seres iguales en derechos y deberes.
5.- No rebajaré mi dignidad.
6.- No consentiré para mi persona tratos degradantes.
7.- Sabré aceptar qué significa “NO” y “FINAL”.
8.- Emplearé mi tiempo en crecer como hombre, como humano y como persona.
9.- No causaré daño alguno a ninguna mujer por despecho, celos, venganza o frustración.
10.- Sabré identificar qué mujeres son las convenientes para mi vida.
En capítulos posteriores iremos desarrollando todos estos puntos. Es fundamental empezar ese cambio de mentalidad para construir entre todos (y todas) unas relaciones más sanas, auténticas y duraderas.
Continuará…
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