ME DESPERTE LLORANDO. AMANECIA
con resplandores malva.
La habitación, vacía,
gritaba tu silencio,
mientras afuera, el alba,
le daba paso al día.
El carnaval de sombras, recién decapitadas,
envolvía mi cuerpo,
inútil tras tu sombra imaginada
y enredaba mis dedos
con cabellos de luna despeinada.
Me desperté con sed.
Tras el cristal helado,
flores inalcanzables,
condenadas a pasto de cigarras,
deshacían sus cuerpos
en reguero de lágrimas de escarcha.
Desperté y despertó la pesadilla
de cuerpos sin cabeza;
de cabezas sin habla;
de pura geometría incontrolable;
de absurdas golondrinas disecadas.
Amanecía.
con los corales, persiguiendo estrellas,
sonámbula consciente, se me escapaba el alma...
Mientras, los ojos - necios -,
y las manos - fantasmas -,
formulaban el vértice
de un haz de convergentes soledades,
traspasadas de Nada
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