Foro de Amor > Foros de Temas de Amor > Textos de Amor
 
Abrir Hilo Responder
 
ads
Antiguo 30-May-2009  
Usuario Avanzado
Avatar de draven
 
Registrado el: 22-April-2009
Ubicación: Madrid España
Mensajes: 135
Es largo, pero bonito, o eso me han dicho.

… Es sólo una fracción de tiempo, un instante, poco más que un parpadeo que se escapa entre el amor y la sombra para llegar a los pies. Un escalofrío fugaz en la piel, y más allá de ti sólo queda el silencio de este campo. De su hierba, sus colinas impasibles al paso del tiempo y la caricia leve de la lluvia que nos baña. ¿Entiendes?
Un arrebato sutil que robarle al viento a medianoche, una palabra esquiva en la puerta de habitación que se disuelve en tus entrañas cuando a tu espalda, al calor de un millón de lámparas quemadas queda el reflejo en el espejo de los labios de la mujer que amas.
Así hablaba mi padre de la felicidad cuando, pensando que yo era demasiado joven para comprenderlas, aquellas palabras le brotaban lentamente de los labios y sus dedos arrugados por el tiempo y el mar me acariciaban recostado en sus rodillas.
Tenía quince años y un pincel que nunca se quedaba seco en el bolsillo. Pasaba las tardes sentado frente al mar, pintando los perfiles de las nubes del atardecer mientras, de fondo, me arropaban los sonidos de las jarcias en los mástiles. Y aunque jamás llegué a cruzarme con una idea clara al enfrentarme al lienzo en blanco, perdiéndome en ensoñaciones propias de la juventud imaginaba, distraído, que encontraría algún día mi camino. Y así, mientras buscaba sin esfuerzo aquella imagen que plasmar y que me encumbraría para siempre, disfrutaba con cada cada gradación y cada puesta de sol que pudieran imitar mis manos.
Al regresar a casa con gesto triunfal, entrada ya la noche, mi padre me hacía sentar a su lado y, dejando a un lado mi última creación, hablábamos. Nunca se cuestionó que cada cuadro fuera igual que el anterior, ni me manifestó (de aquello me enteraría años más tarde) que se hacía cada día más temprano al mar para poder pagar los lienzos y pinturas de mis cuadros. Se limitaba a observar, y aquello que le produjera la imagen del mar, las nubes y tanto color desperdiciado se lo iba guardando dentro, muy profundo, en el lugar -decía- que tenía reservado a los recuerdos más intensos.
Hasta que un día, años después, bajo una lluvia que amenazaba con llevarse por delante el mundo se presentó en mi cuarto antes del amanecer, con mis pinceles lienzos y pinturas bajo el brazo.
- Ven, Javier.
- Mmmfffmmmff… ¿Qué hora es?
- Pronto. Acompáñame, hoy te hablaré de algo.
- Pero si es de noche y llueve a mares.
- Andando.

Y así recorrimos el camino desde nuestra casa hasta el lugar donde había pintado cada cuadro, cada atardecer, y se cruzó de brazos.
- Hoy pintarás el amanecer.
- ¿Cómo? ¡Si el lienzo está inservible y empapado!
Y se sentó dejando que el agua le escurriera a chorros por los costados.
Pero pinté. Por cada trazo que daba el agua lo iba emborronando, una y otra vez. Sentí crecer una furia y una frustración en mi interior que enloquecieron cada pincelada, cada trazo. Quería darle un cuadro hermoso a mi padre en su primer encargo y aquella lluvia maldita no dejó de emborronarlo. Pinté hasta destrozar el pincel y continué, llorando, con las manos. Cuando lo terminé, sólo quedaba una masa informe de color azul y gris churreteado. Justo entonces dejó de llover y allí, a mi lado, mi padre me observaba con entusiasmo.
- No puedo pintar, padre.
- En eso estás equivocado.
Entonces, mientras recogía aquella ruina en color gris, me dijo:
- Hijo. Esta mañana has pintado tu primer cuadro. Algo que no podrías repetir, como tu atardecer, con los ojos cerrados. ¿Recuerdas la furia, la rabia, la frustración?. Está todo aquí escondido, esperando a que lo dejes florecer. No sé cuál es tu camino sobre el lienzo, ése has de recorrerlo en solitario. Pero aprende de una vez que sin pasión nunca crearás absolutamente nada más que copias de otras copias de tus propios cuadros.
Y yo callé.
- Vete. Descubre el mundo más allá de estos prados. Márchate y no vuelvas hasta que puedas decirme, con orgullo, que me traes ese cuadro con el que sueñas en tus manos.
Y sin decir palabra me marché, cogiendo un polvoriento tren que me alejaba de aquel puerto, de mi padre y de un ayer en el que la felicidad era un instante pasajero que buscar para plasmar en un retrato.
Durante un viaje que acabó por terminar años después, pinté sin detenerme en cada puerto, en cada calle, cada plaza en que me pude detener, pagando como pude el material a base de vender algunos cuadros. Me vieron crecer París, Madrid, Marruecos, Londres, Roma y Estambul. No volví a pintar una puesta de sol, ni a hacerlo sin sentir un profundo arrebato que naciera de entre las costillas y se me llevase con él hasta acabar con el último de los trazos.
Escribí a mi padre una y otra vez, enviándole fotografías de cada lugar en el que estuve y cada cuadro que pinté, sintiendo que cada vez me aproximaba más a aquella imagen que me hiciera sonreír de satisfacción sin terminar de conseguirlo.
Y fueron pasando los años.
Hasta que por fin y de una vez, volví a la casa que me vio crecer; situada en un viejo pueblo al borde del mar donde la lluvia siempre había sido generosa con el campo, con las manos vacías y todos los sueños por cumplir, un bote de pinturas y un pincel, y un lienzo en blanco.
Allí estaba mi padre, sentado, contemplando un cuadro emborronado en color gris, y un corcho con un sinfín de fotos de cuadros.
- Volviste.
- Volví….
- ¿Lo descubriste?
- ¿El mundo? Claro.
- El mundo no, hijo, ese siempre va a estar ahí. Digo tu cuadro.
- He venido a pintarlo.
Y le pinté, sentado en aquel mismo sofá, con su hijo sonriéndole desde el regazo.
 
Responder

Temas Similares
olvidar 12 años de tu vida y rehacer tu vida de nuevo Quieres salir en un cuadro?? mi vida.. [Si la vida]


La franja horaria es GMT +1. Ahora son las 21:27.
Patrocinado por amorik.com