Pues claro que el humor tiene sus límites, como lo tiene la libertad de expresión en sí misma, pero si alguien sobrepasa tales límites, quien debe actuar es la ley, no la persona supuestamente ofendida, pues si admitimos esto último, estamos admitiendo que cualquiera puede tomarse la justicia por su mano en cualquier escenario.
Por cierto, el señor Smith ha pedido hoy públicamente perdón al agredido. Nunca es tarde, aunque a mi juicio debió haberlo hecho el mismo día, cuando fue a recibir su premio. Imagino que sus abogados ya le habrán dicho que le puede caer una buena, y de ahí su arrepentimiento
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