Lo que está claro es que si no lo hace va a estar siempre con el reconcomio interno de por qué no lo hice, menudo cobarde que soy, qué habría pasado, etcétera, etcétera. Por eso digo que si de verdad lo quiere hacer, pues que lo haga. Siempre es mejor arrepentirse de lo hecho que de lo que no se hizo por falta de decisión o de arrestos.
Eso sí, la carta debe ser en todo momento respetuosa y delicada, con humildad, haciendo hincapié en que se trata simplemente de unas disculpas con las que cerrar una etapa concreta del pasado. En definitiva, una de esas cartas que, si están escritas con buen gusto, tacto y cierto arte, casi siempre van a dejar un buen sabor de boca en su destinatario/a.
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