DESAPRENDER
¿Para qué repetir los errores antiguos habiendo tantos errores nuevos que cometer?
Bertrand Russell
Desde que somos un pequeño renacuajo que pregunta y trata de subirse de puntillas a la mesa del comedor nos dicen que nuestro deber es aprender.
No es un mal consejo, en realidad, porque a eso venimos a este mundo. Es de suma utilidad conocer ciencias humanas y naturales, filosofía o matemáticas, porque cuantos más conocimientos tenemos más independientes somos, y menos manejables por los demás. Tenemos un mayor grado de autonomía, no nos engañan al comprar el pan e incluso podemos opinar y votar con un mayor criterio.
Junto con esos conocimientos, a lo largo de nuestra vida vamos acumulando otros. No digas, no hagas,
eso no se dice, eso no se toca. Aprendemos a desconfiar en los seres humanos. Aprendemos a vivir la vida como una mera competición. Aprendemos a no dar demasiado en una relación de pareja, por si el otro nos falla. Aprendemos a depender de una tercera persona para ser felices. Aprendemos a guardar cuentas, a reaccionar con revancha.
A dejarnos llevar por la corriente.
Y sin embargo, nadie nos enseña a desaprender. Tal vez porque es un aprendizaje mucho más complejo, y parece una total contradicción.
"¿Cómo voy a borrar de mi cerebro, esa especie de disco duro complejo, algo que ya sé?"
Nada hay más necesario si queremos ser hombres y mujeres nuevos. Porque para poder ser uno mismo y no lo que otros pretenden que seamos tenemos que eliminar la parte aprendida y no reflexionada que guardamos con nosotros, en forma de recuerdos dolorosos y conductas repetidas que se activan, como un resorte, cada vez que miramos al horizonte. En cada ocasión que reaccionamos del mismo modo, el hecho crea hábito, el hábito costumbre e, imperceptiblemente, nos vamos transformando en personas de mente cristalizada, apegadas al pasado y angustiadas por el futuro.
El tiempo, según Einstein, pero también según la mayoría de los místicos y los sabios, no es más que un concepto, válido para cuentas simples, pero no para medir existencias.
Se puede cambiar el pasado en el presente. Lógicamente, uno no va a hacer regresar a la persona que se fue, o va a evitar el daño, pero sí puede cambiar todo su ser (su cuerpo, su mente y su espíritu) para que ese pasado no le afecte y se siga reproduciendo en el ahora. Pero para eso es necesario cambiar el modo de pensar. Reaprender normas éticas y buscar las propias. Encontrar respuestas. Entender los porqués y variar nuestra respuesta hacia ellos. No conformarse con lo que nos han dicho. Y, sobre todo, perdonar. Perdonar y seguir adelante. Perdonar y entender la limitación de otros, aunque los consideremos seres malvados. Entender que somos seres sometidos al error, pero no recrearse en él y mirar hacia adelante.
El Maestro decía que
sólo si nos hacemos niños podremos entrar en el Reino de los Cielos. Y eso implica volver a sorprenderse, no darlo todo por sentado y trabajar activamente por crear nuestra propia realidad. La de ahora.
En vivir nuestra propia existencia, y no la de los demás.