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Nos conocimos a través de una red social, al igual que mucha gente hoy en día, sólo que con un matiz que lo hace algo diferente: él es el cantante de uno de mis grupos favoritos. A raíz de un comentario gracioso que le dejé en su perfil empezamos a hablar en privado y la chispa surgió enseguida. Cuanta más confianza tomábamos más subían de tono las conversaciones, hasta que un día decidió que vendría a verme (vivimos a más de 500km de distancia) Estuvo cuatro días en mi casa. Por la dinámica que habían tomado las conversaciones por internet estaba convencida de que su visita se limitaría a sexo salvaje y descontrolado, parecíamos tenerlo muy claro los dos, hasta que nos conocimos en persona. Surgieron las caricias, los abrazos y ternura en sus besos. Llevaba tanto tiempo sin sentir todo eso que no pude evitar dejarme llevar por el placer que me provocaba todo eso. El sexo con él me lleva al éxtasis, sabe perfectamente que hacer para volverme loca de placer, y después su manera de tratarme le ha dado la vuelta a todo, me ha hecho perder el control de la situación. Traté de no volver a verle, le dije que no quería encariñarme con él por la distancia, pero él no me dió elección, me dejó claro que necesitaba tenerme otra vez entre sus brazos, que necesitaba volver a poseerme. Y otra vez volvió a venir a verme la semana pasada. Yo ya he perdido la cabeza por él, intento fingir que no es así, pero no me sale, y él lo sabe. Me dice que le vuelve loco sentirme suya y que no quiere dejar de verme. Y yo no sé que hacer. No paro de oir sus canciones, de mirar videos suyos porque le echo de menos. No quiero estar pensando en él a cada minuto porque sé que no es posible que estemos juntos. Quizá debería hablar con él y decirle que no quiero volver a verle. Sé que si sigo así acabaré loca por él, acabaré sufriendo... no se que hacer, mi cabeza dice todo lo contrario a lo que piensa mi corazón
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