Voy a añadir una perspectiva esquizoanalítica (porque los participantes ignoraron las afecciones/affectio/affectus en todo su discurso) que los psicólogos invitados no añadieron:
La composición del deseo, pertenece al orden de la producción, al proceso de flujo y corte, de continuidad y hendedura. El deseo está compuesto por dos acontecimientos correlativos: cortar/ser cortado; el deseo es lo que pasa entre cortar y ser cortado. Toda producción es a la vez deseante y social; no se trata de lo inconsciente que se convierte en consciente, sino de lo inconsciente de lo consciente; ni de lo molecular que se transforma en molar, sino de lo molecular de lo molar. El problema del deseo, la posición del deseo, es la relación de inmanencia entre las máquinas deseantes y las máquinas sociales técnicas. Las máquinas deseantes son, en cada caso, un proceso del flujo y el corte del flujo, lo molecular. Siempre hacemos el amor con mundos. Y nuestro amor se dirige a esta propiedad libidinal del ser amado de abrirse o cerrarse a mundos más vastos. Las máquinas sociales técnicas están organizadas a partir de los cortes, en lo molar, en los espacios estriados de la representación. Pero hay, entre estos dos regímenes disimétricos, un invisible lazo que los entreteje, la inmanencia por sí, no la inmanencia de algo. La inmanencia, una vida.
https://www.redalyc.org/journal/279/...956739017_ref3
Pero si resulta demasiado técnico el lenguaje, no hay mejor atajo que usar las herramientas de Spinoza:
Amor ''explicado geométricamente'' digamos.