En la adolescencia, que se presta mucho a ese tipo de juegos sin ninguna consecuencia, y todo se toma un poco en broma, siempre hay rechazos, escarceos y sufrimientos entre comillas, que luego no son tales.
Una vez en la madurez todo es más preciso y si no hay entendimiento, ni siquiera se le puede llamar rechazo a que no se produzca la "química" entre dos personas.
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