Muchas, muy variadas, e imposibles. Una que tuve ayer, por ejemplo, es que mi esperma tenga efectos similares a la cocaína y se convierta en una droga codiciada, que pierde potencia paulatinamente. Se absorbe por las mucosoas vaginal, anal y estomacal, y es un droga muy potente, de manera que una sola eyaculación debe ser consumida por al menos tres personas so riesgo de morir de sobredosis. Al principio hago mucho dinero, pero luego los cárteles del mundo me buscan para ordeñame y tengo que huir por todo el planeta ayudado por bellas espermaadictas, con las que vivo increíbles aventuras. Al final me hago con un palacete en el Himalaya protegido por yonkis del sabo negras armadas con Kalashnikovs; estas bellas máquinas de matar defienden mi fortaleza de intrusos hostiles y de curiosos a cambio de un suministro regular de mi prodigioso jarabe. Desde allí imparto audiencia con honor y sabiduría y riego generosamente a aquellas que pasan una serie de pruebas, pruebas que requieren tanto prodigiosas habilidades físicas como una extraordinaria tolerancia a la humillación.
Mi corte, mantenida con el trabajo de las adictas que construyen nuevas alas para el palacio, realizan las labores de limpieza y mantenimiento, y cocinan deliciosos manjares, tiene tres círculos en función del desempeño de las candidatas. Algunas tienen derecho a recibir mi esperma una vez a la semana. Otras una vez al mes. Y otras, una vez al año, además del que quiera cederles generosamente conforme a mi capricho. También exporto papel secante impregnado del poderoso elixir, que me es extraído por las mas diversas y placenteros procedimientos; con él financio mi imperio criminal y mi vida muelle.
Son todas mas o menos así. Complicadillas de llevar a cabo.
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