Me recordaste una anécdota que me sucedió cuando estuve viviendo en Barcelona, donde tenía también una cabina de esas de hidromasaje y la primera vez que la usé salió de abajo un chorro a toda hostia que vino a atizarme en plenos huevos. Fue como si me hubiesen dado una patada jugando al fútbol, ¡qué dolor!
La verdad es que me costó pillarle el tranquillo, jeje
Bueno, Amazonita, llama a un fontanero si detectas anomalías. Eso es lo mejor