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Antiguo 12-Jun-2012  
Usuario Intermedio
Avatar de SirFrancis
 
Registrado el: 03-February-2012
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Buenos días. Tenía por aquí un pequeño homenaje que hice para dos queridos amigos míos, celebrando el hecho de que empezaran a salir juntos hace unos meses. Su historia ha sido bastante difícil, y sobre todo para ella llena de dificultades (por el hecho de estar enamorada de el en secreto desde hacía mucho y no poder confesárselo debido a que estaba con otras) Como, más que nada, el escrito es acerca de cómo encontraron al fin el amor, he pensado que esta sección del foro era la más adecuada para compartirlo con todos vosotros/as. Porque hay veces en las que con fe y perseverancia, se consigue aquello que más se desea.

Corazón que late, palabras que callan

Ella se levantó como cualquier otro día. Hacía tiempo que se había acostumbrado a aquél dolor sordo, apagado, como la molestia que siente un anciano en los huesos antes de la tormenta. Un dolor que aparece, que permanece, que forma parte de uno.
A veces incluso agradecía ese dolor. Era la confirmación de sus sentimientos, la voz que le susurraba que seguía viva. ¿Vivía o existía? Vivía. Vivía por él. Vivía para él. Hacía tiempo que había dejado de intentar sofocar aquello, de apagarlo mientras le ponía todo tipo de disfraces: amistad, cercanía, afecto, confianza…
Vestimentas de colores chillones y alegres, apagados y tristes. Una excusa que se daba a sí misma para intentar justificar de otro modo lo que sentía. Para intentar engañar al amor.
El amor… el amor es ciego, según dicen. Ciego, y sordo, y mudo por lo que a ella concernía. Un amor prohibido, que no podía ser correspondido, y mucho menos ahora que él no se encontraba en su mejor momento.

Lo que para ella hubiera supuesto un dulce bocado de aquél fruto prohibido, otras lo habían mordido durante mucho tiempo, degustado y, finalmente, dejado de lado. Con rabietas, con adultez (¿se puede ser adulto cuando se rechaza a un ser querido? No sabía la respuesta a aquella pregunta), pero apartado de sí.
¡Lo que habría dado ella por poder consolarle! Tomar su cabeza entre sus brazos y besar sus lágrimas, físicas o espirituales. Cerrar las heridas que sangraban en su interior, que a cada latido derramaban desengaño por su esencia, impregnándola como la brea oscurece el agua. Pero no debía. No era el momento, ni el lugar. Debía permanecer a su lado, como la amiga que siempre había sido. Corazón que late, palabras que callan.

Debía ocultar sus verdaderos sentimientos por él, por su felicidad. Bastantes cargas soportaba sobre sus jóvenes hombros como para meterle en aquella encrucijada, como para añadir aquella losa. El peso era suyo, su responsabilidad, y porque le amaba, lo soportaría en silencio y soledad. Era fuerte, siempre lo había sido. Y seguiría siéndolo si con ello dibujaba una sonrisa en sus labios.
¿Había algo más maravilloso que verle sonreír? Aquellas bromas, aquella camaradería. Ella había aprendido a conformarse con todo eso, con migajas de pan. No podía tener otra cosa, y prefería aquello a no tener nada.

Lamentablemente, la situación se hacía cada día mas cuesta arriba. Ahora se encontraba junto a él, pasando unos días en la misma ciudad. La distancia que casi siempre los había separado le hacía más llevadero todo. Pero ahora no podía dejar de pensar en él, de desear pasar cada segundo a su lado. Y temía que aquello quebrara la máscara que se había forjado durante años: la de una amiga, fiel y preocupada, pero simplemente amiga. Seguro que él lo notaba tarde o temprano, a fin de cuentas no era ningún iluso. Y si no, siempre podrían hacérselo ver cualquiera de los amigos que ambos tenían en común.

Debía aguantar. Sólo quedaban un par de días y, después, se alejaría de nuevo de su vida, regresando a casa. Estaba tan cerca de conseguirlo que el suelo se hacía quebradizo bajo ella. A fin de cuentas, no era infalible. Necesitaba sentirse querida, amada por él… ¡No! ¡Debía resistir! ¡¡Sólo un poco más!!
Y resistió. Al menos hasta el anochecer. Corazón que late, palabras que callan.

Sus amigos, conociendo su causa, la habían aconsejado al respecto. Habían hablado con ambos, les habían alentado a confesar lo que sentían. Y en aquél momento, tumbada a su lado en la cama, no pudo evitar desenmascararse para él. Como una amante que se despoja de su vestimenta para su pareja, así se deshizo ella de tantas capas de ropa, acumuladas durante años sobre su alma.
Y le habló de lo que sentía. Le hizo partícipe del motivo que hacía latir su corazón. Ambos se sinceraron con el otro. Poco a poco, como un niño que aprende a gatear. No había prisa, tenían horas por delante para abordar aquél tema que, para sorpresa de ella, ambos habían esquivado. La situación ante ellos se presentaba difícil: la distancia, terceras personas, el dolor que ambos notaban en cada latido. ¿Podría mas lo que sentían por el otro que sus miedos e inquietudes?

¿Y si algo salía mal? ¿Y si estaban dando pasos en falso hacia un inexorable abismo de indiferencia? Quien no arriesga, no gana. Pero había una apuesta muy alta sobre la mesa. ¿Se atreverían a tirar los dados?
Su mano buscó la de él, sus ojos bailaron en la oscuridad, derramando lágrimas como hojas llevadas por el viento. La pena e impotencia que habían sentido se desgranaba ante ellos, cayendo en los resquicios de la almohada mientras sus brazos buscaban el cuerpo del otro. Necesitaba su calor, notarle cerca por fin. Saber si el momento con el que había soñado tantas veces era tan apetecible como esperaba.

Un quedo suspiro de placer emitido por sus labios respondía aquella duda. Notaba su corazón latiendo a la par, mientras poco a poco tomaban entre sus manos aquellos dados que tantas veces les habían fallado y los lanzaban sobre su destino una vez más.
Un destino que se forjarían juntos, con cada nueva experiencia y paso dado en el camino. ¿Qué tenían delante? Ellos harían todo lo posible porque fueran años de felicidad, sin duda alguna. El camino del amor es sinuoso, atraviesa fértiles valles y oscuros bosques, pero merece la pena recorrerlo si es de la mano de la persona correcta. Algo en su interior les decía que aquella vez lo era. El puzzle se había completado, cayendo la última pieza que les permitiría comenzar a construir uno nuevo.
El amanecer los encontró compartiendo tiernas caricias y suaves besos, juntos, por primera vez. Corazones que laten, palabras que susurran.
 
Antiguo 12-Jun-2012  
Usuario Experto
Avatar de anemona005
 
Registrado el: 11-June-2011
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Me ha encantado este texto, tienes muy buena mano para escribir
 
Antiguo 12-Jun-2012  
Usuario Intermedio
Avatar de SirFrancis
 
Registrado el: 03-February-2012
Ubicación: Madrid
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Agradecimientos recibidos: 19
Muchas gracias por vuestras palabras de aliento. Me honra el hecho de que os guste cómo escribo, ya que para mí escribir es necesario, es una de mis más fervientes pasiones a la que quiero, si me es posible, dedicar mi vida profesional. Y no temáis, dado que con semejantes respuestas, no dudaré en compartir muchas más creaciones con este foro (os aconsejo que, por el momento, le vayáis echando un vistazo a todos aquellos que aún no lo han visto al relato "Una historia que comenzó hace más de diez años" en la sección Las mejores historias de amor. Voy continuándolo cuando tengo tiempo, a ver si esta noche me da para escribir la siguiente entrada ^_^) Un saludo y gracias de nuevo por vuestro sincero apoyo
 
Antiguo 12-Jun-2012  
Usuario Experto
Avatar de mabenisa
 
Registrado el: 14-February-2012
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Cita:
Iniciado por nenina Ver Mensaje
Sin palabras...precioso...

Cuando vi tanto texto, admito que senti pereza de leerlo, pero segun empece a leerlo poco a poco me fue enganchando..

Consigue enganchar, que es la parte mas dificil de escribir un texto, conseguir que la persona que lo lea quiera mas...

Si tienes mas textos por ahi y no te importa..compartelos con nosotros..
+1

es que iba a escribir, justamente, esto

Muy bueno!!
 
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palabras de apoyo para un corazon roto Cuando el corazón late Palabras de un corazon abierto :) Palabras de un corazon roto, (desahogo) 1000 km distancia,pero mi amor late x ti.


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