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Iniciado por She
Gracias a ti
Cuando tienes una condición que te hace darle vueltas a todo al final o encuentras una solución o dejas que te consuma. Me alegro de que algo que he usado para frenar estos pensamientos esté sirviendo al resto.
Si he de añadir algo diré que tengáis en cuenta que hagáis lo que hagáis la otra persona puede reaccionar de muchas maneras.
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Y al hilo de esto, el tito StandBy os va a contar una pequeña historia aleccionadora.
No huyais, niños. Sólo leed y pensad.
A principios de los 90 se acabó para mí la escuela y con ello, los estudios, aunque no para el resto.
Lo cierto es que el cambio de ritmo me dejó falto de "algo* y me sentía sólo.
De aquellas no hay internet, ni foros, ni chats... Lo que hay es cartas, cómo forma de conocer gente de otras ciudades o regiones, de entretenerse, puede que de tener amigos lejos de tu entorno.
Escribí o me escribieron pero en su mayoría, tras una o dos cartas dejaban de responder. No obstante, hubo una que se mantuvo, con quién hubo conexión.
Ella siempre tuvo claro su futuro e incluso, a su edad, sus inclinaciones políticas. Durante una década de mucho cambio y traslado para mí, siempre fuimos amigos y supe de sus cosas, de sus planes, sus amigos y familia, los chicos que le gustaban o los famosos que le molaban...
Un día dejo de escribir. Fue repentino y yo me quedé en la indecisión de volver a escribir o no, pero no lo hice.
Quizás alguna broma o comentario le había molestado, no iba a irle con reclamos...
Y el tiempo pasó.
Una década después, la tecnología me permitió, después de tantos años con la espina clavada, buscarla y ponerme en contacto con ella.
En un principio estuvo receptiva, me pidió disculpas por haber dejado de escribirme, pero con los días la cosa cambió.
Ya no hablaba de sus antiguos amigos, la vida le sonreía en lo laboral y en lo económico, pero los recuerdos (recuerdos, no reclamos) de cuando nos escribíamos cartas, parecían molestarle, cómo parecía alterarle que le preguntase por su familia o casi cualquier cosa del pasado.
Físicamente seguía siendo ella, pero una vez raspada la superficie, la chica a la que recordaba no estaba allí.
Había una mujer, muy profesional y muy buena en lo suyo, con éxito laboral, éxito con los hombres, una buena economía, pero nada que ver con la persona que yo recordaba.
Un día desapareció y dejó de contestar. Nunca más la volví a buscar.
Prefiero recordar a la chica de las cartas y mantener ése recuerdo. Espero que sea feliz.
Todos cambiamos con el tiempo, queridos niños. Unos más y otros menos.
Pero a veces es mejor dejar marchar y conservar el recuerdo que descubrir que esa persona a la que tanto recordábamos ya no existe y sólo es el recuerdo lejano de una época pasada.