Si realmente se toman sus creencias en serio y las viven de verdad, yo creo que sería muy difícil, el conflicto está asegurado. El ejemplo que ha dado fjbulldozer lo muestra muy bien.
Sería posible si, aunque se hayan criado en creencias muy distintas, en el fondo al ser adultos tampoco creen demasiado en ellas y pueden respetar las creencias del otro.
Sería el caso de una musulmana y un budista que, aunque practiquen sus respectivas religiones, lo hacen de un modo más bien ligero, sin empeñarse en que la otra persona se adapte a sus costumbres. Un poco como lo que ha pasado siempre en España con la gente que no falta a Misa jamás ni un domingo, pero el resto de la semana no se acuerdan de la religión para nada y cuando hablas con ellos, tampoco puedes distinguirlos de un ateo (de un ateo igualmente moderado, claro, que no ande por ahí atacando a los católicos, etc.)
Si las creencias son así, más por rutina que porque se crea en ello de veras, y no se intenta convertir a la otra persona, entonces sí es posible. Pero como crean en ello de veras, creo que va a ser muy difícil, sobre todo si a la larga hubiera hijos: ¿cómo van a ponerse de acuerdo en cómo educarlos, si los dos están muy convencidos de su respectiva creencia, y ninguno está dispuesto a ceder?
Yo creo que es posible e incluso positivo convivir con alguien que tenga unas opiniones distintas, pero siempre que por ambas partes exista el respeto. Si te empeñas en comerle la cabeza a la otra persona para que se pase a tu lado, ahí ya no hay respeto y va a haber problemas serios sí o sí.
A modo de ejemplo, te recomiendo las novelas "La familia de León Roch", de Benito Pérez Galdós; y "El intruso", de Vicente Blasco Ibáñez. Creo que reflejan muy bien este tipo de situación. Quizás también, para mostrarla desde el punto de vista católico, "De tal palo, tal astilla", de Pereda.
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