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Bien, pues lo conocí hace seis años, cuando tomé un curso con él en la universidad por recomendación de unas amigas mías. Me pareció un tipo divertido y listo, alguien con quien encajaría perfectamente al compartir un sentido del humor bastante semejante y a las pocas semanas me di cuenta de que me despertaba algo que iba más allá de lo físico y lo intelectual.
En aquella ocasión, apenas tuve interacción con él: sencillamente, tomaba asiento, cogía apuntes y tan pronto daba la hora de salir, me retiraba. A pesar de tener su número en mi teléfono por temas del curso, nunca intenté ir a por más con él ni durante ni después del curso por dos razones: que era el profesor a cargo y porque está felizmente casado, cosas que yo respeto.
Pero hace año y medio que me decidí a cursar otra materia con él y entramos nuevamente el uno en el radar del otro, esto cambió radicalmente pues luego de que me pidió mi número para algo profesional e intercambiamos mensajes, nuestra comunicación se volvió más constante, abierta y fue ganando profundidad. (Esto fue muy casual, porque la realidad es que ya no se acordaba de mí, ni de que había tomado un curso antes con él).
Y, como había presentido en la primera clase que llevé con él, en aquellos contactos comprobé que nuestra compatibilidad es altísima y nuestra química es brutal, por lo que nos lo pasamos muy bien juntos a través de los mensajes y también cara a cara hablando de cosas variadas. Sin embargo, haber acertado en esa “intuición” y que la circunstancias me hayan llevado a disfrutar la oportunidad que había pensado imposible de tener un contacto más cercano, me ha hecho un poco difícil a nivel personal la gestión de mis sentimientos por él con relación a la situación que hay, si bien las tengo muy claras, digamos, a nivel moral.
Nuestra relación nunca ha sido romántica y tampoco física/sexual, y tampoco lo será. Eso es algo que racionalmente entiendo y contra lo que, moralmente, no me creo en capacidad de ir en contra de, pero, naturalmente, que hay días que me cuesta más aceptarlo que otros (sobre todo sentimentalmente). Obvio, he tratado de hacer lo mío al respecto para que me sea menos difícil sobrellevar el duelo del amor no correspondido, pero ello me ha hecho ver que he subestimado un par de cosas que ha surgido de esa interacción y que son positivas para ambos.
Aprovechándome de que el curso tenía una fecha de término, me planteé alejarme de él a medida que esa fecha se acercaba y, definitivamente, poner distancia y mis energías en los cursos que venían. Iba confiada de que todo se iría disolviendo solo al no tener una clase de por medio para y sobre la cual platicar, pero cuando planteé mi retirada al darle mis buenos deseos para él en las cursos que se le venían; él, en la teoría, lo aceptó, pero en la práctica se ha mantenido muy firme desde entonces en su intención de continuar el contacto conmigo y así ha sido casi cada día hasta ahora.
Me doy cuenta, porque lo veo en sus acciones y lo siento, de que me estima mucho y aprecia mi amistad. Mucho más de lo que pensé que hacía. No me gustaría desechar algo así de bueno, que tiene un gran efecto positivo en mí y en mi desarrollo profesional, pero soy consciente de que requiere mucho de mí y es por ello es que trato de desarrollar la madurez necesaria para poder estar a la altura y aceptar las cosas como son en todos los niveles. Pero, como ya he dicho antes, hay días que son más difíciles que otros y mientras voy haciéndome a la idea de cómo transitar del amor no correspondido hacia la amistad sí correspondida, me gustaría leer sus historias tanto de éxito como de fracaso en una situación como la mía, y qué aprendizajes sacaron de eso. ¿Si se puede o no se puede? ¿O es un total locura intentar afianzar una amistad luego de haber sentido amor/enamoramiento? Los leo.
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