Salimos a la calle escondiéndonos en lugares sombríos, pues es mucha la vergüenza que pasamos, dándonos cabezazos en el calabozo, lejos de los ojos de los normales. Subiendo la escalera con las compras, nos invade una pena que nos acongoja y nos deja clavados en el rellano, con la mirada perdida en el infinito, mientras se tambalean las botellas de agua mineral de bajo contenido en sodio dentro de la bolsa reutilizable.
Es de un sufrimiento que da pavor. Los solitarios decimos "socorro", sálvenos. Por favor, por favor, por favor.
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