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Iniciado por jom
Hay una chica que me gusta pero solo la conozco de vista y es de una clase social más alta que yo, eso es lo que más me preocupa, y no sé cómo llegarle porque no nos conocemos, aunque estoy pensando hacerlo por medio de una su amiga. Ayudenme por favor. Ella tiene como 16 años.
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Todo depende de lo que tú quieras hacer con ella.
Porque aquí hay un hecho que por lo general no se analiza, ni se considera. Cuando el hombre es de una clase levemente superior a la mujer, las cosas pueden funcionar, pero cuando es al revés, se te complica con el tema de la familia.
Cuando la disparidad de clases es muy alta, no funciona en ninguno de los dos casos. Lo que se recomienda es que él sea de una clase social levemente más alta, no mucho más alta. Pero, los que sabemos cómo es esto, también entendemos que por esas razones que la razón ignora al final es el instinto quien siempre gana. Más allá de eso, hay que considerar que la niña en nuestra sociedad es educada para que aspire a un hombre que pueda ofrecerle futuro, destino, porvenir. Es enseñada así por todas las clases sociales, pero fundamentalmente, por las más altas, que son las que tienen intereses creados muy concretos que defender y no pueden dejar librado ese aspecto al azar.
Que esa realidad dada te preocupe es correcto. Pienso que pese a eso, con probar no se pierde nada y siempre una lección la vida nos deparará para el futuro.
El otro tema, que eso sí es otra cosa diferente, es no saber cómo llegarle porque no se conocen.
Lo que se recomienda en estos casos para no frustrarse es aplicar el criterio de la mirada. Si ella te mira, entonces sí, debes abordarla, pero si ni siquiera te mira, no tiene sentido caerle y es para problema innecesario.
Se puede encontrar un punto medio buscando tema de conversación por una cuestión enteramente baladí y sin hacer la más mínima insinuación sexual, tanteando exploratoriamente.
Las mujeres cuando un hombre les da conversación aunque sea por la cuestión más insignificante ya saben qué es lo que busca. Es su mundo, su realidad interna, lo que se le reitera como un continuo al acecho.
El otro día escuchaba un diálogo en mi trabajo de dos cajeras y una le decía a la otra: “¡Pero tú también, que estúpida eres! Cuando un hombre te habla, no te das cuenta lo que está queriendo” y movía la cabeza.
Creo que con intentar y ver qué pasa no se pierde nada.