Cómo duele tu rechazo sin palabras. Cuántas preguntas sin hacer, cuántas respuestas no recibidas, y cuántas historias sin contar acumuladas en mi interior.
Hablo con tu ausencia. Día tras día libro una dura batalla entre la razón y la esperanza, pero siento que en muchas ocasiones ambas se alían entre sí para instalarme en la apatía... Ya no sufro, simplemente sobrevivo.
No me dijiste adiós, y mil ideas peregrinas cruzaron mi mente. No me diste la oportunidad de desearte buena suerte. No me dejaste pasar página de una manera natural y no entiendo por qué.
No te guardo rencor, no podría. Pero sí me hubiera gustado que me ahorraras tantas dudas, tanto sentimiento de culpabilidad inventada, tantos y tantos días de incertidumbre...
Hoy siento que necesito decirte ese ADIOS que me negaste. Sigue con tu vida, y que seas feliz.
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