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Usuario Experto
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¿A quién no le gusta tener cerca a alguien que está profundamente enamorado de nosotros? Recibir sus atenciones, sus llamadas, sus elogios, también (por qué no) sus regalos. Es lindo sentirse popular… si bien no siempre se da el caso de que el amor que nos ofrecen resulte correspondido.
Tener un/a pretendiente rendido a nuestros pies suena bien, ¿verdad? Pero no siempre es así. En ocasiones, estar en la mira de alguien que no nos gusta puede convertirse en algo molesto. Un/a admirador/a muy insistente o muy inoportuno le puede poner los nervios de punta a cualquiera. Podría establecerse una clasificación de ell@s, l@s etern@s incomprendid@s, en:
Tenaces: Insisten, insisten, insisten. Cuando a estos discos rayados se les cruza algo por la mente, no hay negativa que valga. Todos los días un llamado, un mail, nos bombardean con chocolates o poemas, nos invitan a salir una y otra vez a pesar de que siempre nos neguemos…
Víctimas: Van de tristes y melancólic@s. Los hemos rechazado y ahora intentan llegarnos por el lado de la culpa. Cada vez que nos ven pasar, nos echan una mirada de cachorrito triste y un lastimoso suspiro… qué pesados.
Distraídos: Estos sujetos parecen no haberse dado cuenta de que nosotros no queremos saber nada con ellos. Son incapaces de captar ningún tipo de indirecta, nos andan cortejando como si verdaderamente pensaran que son correspondidos. Y hasta nuestra peor cara es interpretada como una sonrisita cómplice.
Desubicados: Se fijan en personas en las que no correspondería que lo hicieran –los enamorados de su cuñada, el jefe que acosa a la secretaria, la maestra que corretea tras sus alumnos, el amigo con novia que se enamora de su amiga gay, los primos hermanos que nos espían mientras nos cambiamos…-.
Psicópatas: Su pose es la de “serás mí@ o de nadie”, por lo cual están rodeándonos constantemente asegurando de espantar en su camino a cualquier candidat@ potable. Pueden llegar a aparecerse de improviso, como si nos estuvieran persiguiendo y vigilando. En los casos extremos, hasta pueden proferir amenazas. ¡Realmente aterradores!
Frente a casos como éstos, entonces, es preferible actuar para dejarles bien en claro que no tienen ninguna expectativa de éxito. He aquí algunas tácticas adecuadas para cada espécimen.
Frente a los tenaces, cualquier retroceso de nuestra parte es vista como una victoria para ellos. No le sonrías jamás cuando te traiga flores, y asegúrate de tirarlas a la basura antes de que se aleje. No respondas ningún mail de la pesada que manda frases de amor, sino que lo mejor es bloquear su correo para que le lleguen rebotados.
A las víctimas, es mejor ignorarlas. En ocasiones se cansan de su papel muy pronto. Pero si notas que está verdaderamente deprimid@ durante un tiempo más largo de lo habitual, puedes probar tener la típica charla de “no es por ti, es por mí”, “no estoy preparad@ para asumir un compromiso” o “estoy saliendo con alguien” (tienes permiso para mentir).
Con los distraídos, lo mejor es dejar las cosas en claro. Si no captan las indirectas, sé lo más direct@ posible: “No me gustas. Deja ya de buscarme”.
En cuanto a los desubicados, nada mejor que arriesgar a exponerlos para que se dejen de molestar. Dile a tu jefe que hablarás con su supervisor. O a tu maestra, que tendrás que repetirle sus comentarios inapropiados a tus padres. A tu amigo, que le dirás toda la verdad a su novia. O a tu primo, que hablarás con su madre. Esto debería ser suficiente para calmarlos. No obstante, no dudes en cumplir con tu palabra si su acoso no se detiene.
En último lugar, pero no menos importantes, los psicópatas, quienes son los más peligrosos de la lista. En este caso, debes buscar ayuda de inmediato. Pon en alerta a tu familia y amigos, diles que necesitas su apoyo. Y enfrenta cuanto antes al acosador: si no detiene de inmediato sus avances, irás con la policía. Esperemos que no sea necesario llegar a esta instancia, pero para algunos es lo único que los frena.
Y recuerda: también podría tocarte a ti estar en el lugar del amante incomprendido. En ese caso, respeta ante todo la decisión de tu amado. Es preferible aceptar un rechazo en buenos términos que convertirte en uno de esos perdedores incapaces de resignarse a perder. Mala suerte, otra vez te tocará ganar.
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