De pequeño, antes de ser mi barrio madrileño invadido por la autopista y las oficinas, existía una huerta y, de los jardines de los bloques cercanos a mi casa tiraban en un pequeño descampado toda la maleza y ramas de la poda.
A mi me gustaba de pequeño jugar con el fuego (y de grande a veces, jejeje
) e iba a esos lugares abiertos al campo a prender fuego con la cajetilla de "cerillas" que compraba con las "cinco pesetas" que, unas veces encontraba en algún lugar del suelo u otras, conseguía sonsacárselas a mi madre.
Total para no cansar, que un día caluroso encontré una pila de maleza al lado de la granja, cerca de mi casa, que debía medir como 6 veces mi pequeño cuerpo (tendría unos 11 años o así). Ni corto ni perezoso le apliqué una cerilla y aquello comenzó a arder rápidamente.
Yo salí corriendo del lugar asustado de las impresionantes llamas...
Por una ventana de mi escalera estaban unos vecinos comentando:
-Mira que columna de humo, debe verse desde Plaza de Castilla...
-Si, algunos gamberros que le prenden fuego a la maleza que tira el "tio Antonio" (así llamaban al jardinero). Un día le va costar caro...
Ese día si me cagué entero en las patas abajo jajaja...hasta los bomberos vinieron...