Carta a María

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Me cuesta decirte lo que estoy sintiendo por ti, que me arrepiento cada minuto del día el no poder decirte lo bien que se haces sentir cuando estás conmigo. Que poquito a poquito te voy conociendo como eres, como piensas y cada día me gusta más.

En mi vida me han cerrado muchas puertas, nunca he sido correspondido y quizás por eso me haya creado una coraza alrededor de mí que me evita poder tirarla abajo. Me da miedo sufrir, pero me doy cuenta que mi vida es sufrir, que al igual dejo escapar la oportunidad de enamorarme por no mostrar mis verdaderos sentimientos, pero es que siempre me ocurre lo mismo, y me duele ésta situación.
Y es que no para de llover en mi pequeño corazón, que me ilusiono con alguien y siempre hay algo por el que no sale bien.

Hace unos años conocí a Aída, una chica dulce que me gustaba, y yo a ella. Pero las dudas, su vida, su entorno y al final su manera de ser hicieron que dejase de intentar luchar por estar con ella. Me hizo daño porque la muestra de afecto que me procesaba un día, al otro desaparecía, y cuando intentas luchar por algo que no va a ningún sitio tomas la decisión más difícil de tu vida y valorar si lo que haces merece la pena.
Yo la apreciaba, pero si intentas acercarte a una persona y no se deja, no sirve de nada. Una noche, le pedí que bajara a su portal para poder hablar con ella 5 minutos, y me contestó muy mal, entonces fue cuando tomé la decisión de olvidarme de ella para siempre.
Me costó mucho, pero conseguí quitarla de mi cabeza, pero ya levantó el muro. El muro que hasta ahora nadie ha derribado.

Cuando empecé las clases de salsa, creo que lo último que pensaba era que conocería a una chica que por su forma de ser haya empezado a derribar ese muro. Recuerdo el primer día cuando Adrian nos puso de pareja y nos presentamos y me preguntaste porque me había apuntado. La verdad que me llevé una buena impresión de ti, y cuando terminó la clase y vi que te estaban esperando fuera, la verdad es que me dije a mí mismo, es normal.
Pero cuando te fuiste, me echaste una última mirada que me dejó cautivado.
Poquito a poquito nos fuimos conociendo más, nos contábamos algunas cosas y no te importaba conocerme. Me diste la oportunidad de conocerme y eso me gustaba, y lo que iba conociendo de ti me iba gustando cada día un poquito más.
Acompañarte a mirar ropa, a probarte zapatos, cuando me aconsejabas que me sentaba mejor, esos pequeños momentos que me hiciste pasar, porque por un día me sentí vivo y de intentar conocer a mi gran desconocido, “el amor”.
Tú ya sabes que me gustas, porque te lo dije ese día, te dije lo que me gustaba de ti, que la sinceridad y humildad de tu corazón me gusta y que hoy por hoy, esos pequeños valores son difíciles de encontrar. A ti te gusta que los chicos sean atrevidos, en su medida y que te habías fijado en mí un poquito.
Te juro que si tu corazón no estuviese ocupado por él, hubiera intentado ser yo quién lo ocupara, porque ahora me doy cuenta de los sentimientos que tengo encerrados. Y no me importaría compartir mi vida con alguien como tú.
He intentado varias veces decirte lo que siento, pero quizás la situación no era la más adecuada para decirte algo así, así que aprovecho éste pequeño relato de mi vida para decirte una parte de mis sentimientos.
Soy un cobarde por no decirte lo que siento, por miedo al rechazo, porque sé que tienes pareja, y que en el fondo le quieres, por eso dejaste tu vida atrás por estar con él, pero lo que sí es seguro es que me estoy enamorando de ti.
No quiero olvidarme de ti, porque eres una chica que merece la pena tener si no como pareja, si como amiga.
Gracias por aparecer en mi vida.