Yo creo que hay que disfrutar de ese nerviosismo, pero de una manera saludable, sin que se nos vaya el santo al cielo.
Yo estaba como un flan el primer día que quedé con mi ahora marido, creo que él también porque se pidió un vino tinto y se lo echó, sin querer, encima de su camisa blanca.
Se marchó a cambiarse y me quedé sola en un lugar al que no había ido nunca, sin que nadie me conociera y sin saber si él volvería.
Pero tardó muy poco, y ya nos habíamos relajado ambos.
Es una primera cita, vas a conocer a alguien, disfrútalo.