Lo que voy a contar ocurrió cuando tenía 16 años. Solíamos ir a un parque a realizar el conocido botellón los viernes y sábados por la noche. Durante una temporada, un grupo de muchachas se unía a nosotros gorroneándonos la bebida y sin poner un duro.
Una noche, pensando que iban a volver a beber de gratis, se nos ocurrió mear en una botella de cerveza que andaba casi vacía. Cuando llegaron, una de ellas pidió cerveza. Le llenamos la litrona con la botella "mágica". Cuando se disponía a beber, todos los ojos de nuestra pandilla estaban centrados en ella. Tras echarse un trago, puso una cara rara y dijo:
- Esto sabe raro.
- ¿Raro? Nosotros hemos bebido y sabía normal.
- Esto es meado.
- Cómo va a ser meado! A lo mejor se ha esbafado la botella.
La tía dejo la litrona a un lado y no volvió a beber. Más tarde, con la excusa de que íbamos a mear, estuvimos llorando de la risa con lo que había pasado un par de amigotes y yo.