Es que partimos de la base de que aquellos que son “falsos buenos” en realidad van a la caza más absoluta.
Ese despliegue de medios bondadosos para captar la atención no es más que una forma de tratar de poseer a la otra persona para que te elija. Hablamos, pues, de ego, no de amor realmente.
Quien con prudencia y sin máscaras se acerca y, mostrándose como es, recibe ciertas negativas, si tiene amor propio (que es el que al final queda y no te va a abandonar) dejará marchar a aquella persona con la que se ilusionó desde la libertad y el respeto.
Todo pasa por amarse primero, y de ahí ya podemos hablar de si el cometido de esa ilusión es calentar cama y/o banquillo, cumplir un requisito en tu vida, o un interés sincero por esa persona única.
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